LA ciencia lo ha repetido una y mil veces: la práctica de ejercicio físico refuerza el sistema inmune de la persona que lo practica. Y tras más de 2.000 años, a la frase del cómico Juvenal "mens sana in corpore sano", pronunciada en sus crónicas satíricas, le hemos cambiado el sentido: él rezaba para que los dioses le otorgasen un espíritu equilibrado en un cuerpo equilibrado y hoy se pronuncia esta sentencia con otro sentido: el juego del equilibrio entre un cuerpo y una cabeza bien entrenados, que propicia un estado de bienestar general. Cualquier civilización que se precie da por buena esa norma y trata de impulsarla a través del deporte escolar.

Más allá de los indudables beneficios para el organismo, la práctica del deporte escolar se ha convertido, en nuestro tiempo, en una herramienta de educación de primera magnitud por los valores que transmite -la nómina es inagotable: el valor del esfuerzo, el poder del trabajo en equipo, la asunción del precio de las reglas, la educación en un comportamiento en común, el espíritu de superación y no sé cuántas más...-, existe también un innegable factor de corrección. Veámoslo. Quien quiera que tenga en casa descendencia acostumbrada al ejercicio físico reglado sabe cuáles son las consecuencias derivadas de la ausencia de deporte en los niños. Fuera del equipo, por decirlo en plata, se detecta un descenso de relaciones sociales y se observan dos riesgos muy acentuados: el posible abuso de los videojuegos (y su consiguiente sedentarismo...) y el peligro de caer en las redes de la obesidad.

Ayer regresó el deporte escolar a las canchas, volvió su feliz práctica después de que pudieran practicar deporte los adultos antes (no se sabe bien porqué) o de que los menores pudiesen entrar en no sé cuántos recintos cerrados. Ayer se rompieron las cadenas y la vida que corre y salta lo celebró por todo lo alto.

La comunidad internacional proclama el derecho al deporte como un derecho del ser humano. Además, considera que las actividades físicodeportivas en edad escolar tienen un carácter cultural y educativo. Desde esta concepción, el deporte escolar (en sentido amplio) se presenta como una actividad social que se desarrolla en el espacio de educación no formal y que contribuye a la formación integral de los jóvenes, convirtiéndose en un complemento útil y necesario para la educación. A ellos nada de esto les importa. Están en edad de juego.