HE ahía una ley bien ganada, una norma conquistada bajo el poder de la justicia. No en vano, el Gobierno vasco aprobará en octubre el decreto que equipara los permisos de maternidad y paternidad en el sector privado. Hay que recordar que a partir de que el documento se publique en el Boletín Oficial del País Vasco, también los cónyuges no gestantes disfrutarán de 16 semanas de baja retribuida por el nacimiento de un hijo. Recordemos que la competencia para la adjudicación de las prestaciones de paternidad pertenece al Estado, que las financia a través de la Seguridad Social. Es por ello que Euskadi debía buscar una fórmula diferente que permitiera la ampliación en los tres territorios vascos. La elegida fue la de la excedencia retribuida y voluntaria. Así, los padres disfrutarán de las semanas que les corresponden por ley y después podrán solicitar una excedencia hasta completar las 16, que correrá a cargo de las arcas vascas. De este modo, el decreto vasco conseguirá equiparar de forma real los permisos parentales y ponerse así “al frente de las políticas de conciliación en Europa”, una fórmula en la que padres y madres llegarán a la igualdad.

Dicen los papeles que la medida tomada por el Gobieron vasco, que también se aplicará a las familias monoparentales, llega poco después de que los permisos de paternidad se hayan igualado a los de maternidad para los 70.000 empleados de la Administración pública de Euskadi y alcancen en ambos casos las 18 semanas dirigidas al cuidado de sus hijos por parto, adopción, acogimiento o subrogación.

Dicho así, habrá que recordar que el permiso de paternidad deberá disfrutarse en los doce meses inmediatamente posteriores al nacimiento y en un periodo distinto al del disfrute de la maternidad. La medida será también de aplicación a las familias monoparentales, que contarán así con una medida pionera en el Estado, Será una realidad que se ajuste a las necesidades de la paternidad, una situación que se ajuste al día a día, una igualdad que hoy en día se celebra por todo lo alto.

Le hemos escuchado más de una vez. “No camines delante de mí, puede que no te siga. No camines detrás de mí, puede que no te guíe. Camina junto a mí y sé mi amigo”, dijo el hombre, lo que encaja a la perfección con las necesidades de la mujer. Hay que ser conscientes de que el sol sale para todos, y cuando llueve todos nos mojamos. No en vano esa igualdad hace que todo fluya por igual.