HE ahí el milagro de andar sobre los días teñidos en rojo sobre el calendario, algo así como el equivalente a andar sobre las aguas, visto desde el punto de vista de las ciudades. Con tantas Semanas Santas vacías a nuestras espaldas ver cómo el Basque Fest le hace el boca a boca a Bilbao y lo reanima hasta el punto de que los pulmones de la ciudad bombean con fuerza en los días festivos no queda otra que pensar en la resurrección de las calles, más pobladas que nunca.

Es cierto que las isobaras y los pronósticos han obrado un efecto benéfico para la ciudad: la buena climatología casera llamó a los peregrinos de los días santos, casi al tiempo que las tormentas exteriores frenaron el éxodo de muchos ciudadanos. No quedaba más remedio, es cierto. Tan verdad como que el Basque Fest llenó la ciudad de alternativas, hasta el punto de que los espectáculos culturales reclutaron toda una legión de espectadores y espectadoras que disfrutaron de una ciudad repleta de imágenes espectaculares.

Es cierto que para mucha gente unas vacaciones sin cruzar la frontera son algo así como una condena y que cuesta ponerse a la búsqueda de una elección de andar por casa. Pero la propuesta ha dejado boquiabierto a más de uno, que han descubierto una ciudad divertida cuando se pensaba que dormía.