EL 2 de enero de 1492 el último rey nazarí abandonó Granada. A Boabdil, El Chico, la historia le recuerda con una falsedad. Algunos textos recuerdan que la sultana Aixa le dijo a su hijo la famosa frase: "Llora como una mujer lo que no supiste defender como un hombre". No fue más que una invención de Antonio de Guevara, obispo de Guadix y de Mondoñedo, para echarle poesía al relato.

Hoy llega el Athletic a Los Cármenes para defender su reino, las tierras de Copa que tanto nombre le han dado. En las vísperas los seguidores entran en el debate: si defender como un solo hombre el gol que llevan por delante o si salir a degüello y resolver la contienda en un tris trás. Uno o dos goles y aplacar el bravo espíritu granadino que se intuye con un jarro de agua fría. A estas alturas, en verdad, poco importan los cómos. Solo valen los qués. Y el qué tiene nombre propio: una butaca en primera fila de la final de Copa.

No es fácil el consejo. Si uno echa la vista atrás ve la senda clara: la defensa del Athletic es más solvente que un ataque titubeante. Son capaces de detener una tormenta de diez goles antes que refrescarse con el sirimiri de un gol a favor, ese reto que tanto les cuesta. Por otra parte, el sendero que lleva a la gloria está sembrado de cadáveres de aquellos que pensaron que con guardar la viña era suficiente. Casi nunca lo es.

¿Cómo ha de jugar esta noche el Athletic, entonces? Con hambre de muchos años. Insaciable cuando se aplique en el robo del balón y voraz cuando busque el gol. No caben jugadores empanados o aplatanados; han de evitar la mala leche que les avinagre y alguna de esas jugadas tontas en las que parece que a alguien le falta un hervor. Que salgan once hombres dipuestos a hacer buenas migas y un partido jamón, ese es el deseo, sea cual sea la fórmula elegida. Las semifinales, leones, no tienen poesía. Solo se cantan las gestas en los últimos 90 minutos de un campeonato.

La apuesta de este año ha sido la Copa, no dejan de repetir desde el vestuario. Bienvenida sea. Pero entrados ya en el trance de las últimas manos no puede temblarte el pulso, Athletic. Tu órdago tiene que retumbar desde el norte hasta el sur. Has de jugar con la convicción de que el título ya es tuyo y que quieren robártelo. Que alguien quiere entrar en la casa del padre. Defíéndela con uñas y dientes, como dijo el poeta. Has de jugar con ánimo y pies firmes, sin temblores ni destemplanzas. Hacerle creer al Granada que su aventura era esa, llegar hasta la orilla y claudicar ante el rey.