A medida que se acercan las fechas del desenlace, a Javier Esparza, candidato doblemente frustrado de UPN, no le llega la camisa al cuerpo y va perdiendo los papeles de manera aún más aparatosa. Se le acelera el pulso y le ataca el pánico solo de pensar en cuatro años más sin tocar poder, cuatro años más en el frío de la puñetera oposición, cuatro años más desgañitándose contra los que le arrebataron el mando sin más eco que el de su prensa amiga, cuatro años más de irrelevancia. Difícil de soportar para un partido-empresa clientelista acostumbrada a repartir beneficios solo entre los suyos.

Ya desde que sintió asomar de nuevo el vértigo de ser un don nadie, Javier Esparza acudió al primo de zumosol para hacer ruido, para esparcir la alarma todas por las Españas, para no pasar desapercibido y disimular su frustración haciendo ver que está apoyado y protegido por las dos grandes derechas, PP y Ciudadanos. Cobijado bajo el paraguas de Casado y Rivera, mientras iba comprobando que María Chivite va en serio, Esparza brindó a Pedro Sánchez la oferta bufa de sus dos escaños para cambiar cromos: la abstención de UPN en la investidura, a cambio de la presidencia del Gobierno de Nafarroa. Lo que haga falta, con tal de volver a mangonear el cortijo foral.

La constitución de la Mesa del Parlamento y la constatación de que las negociaciones para un Gobierno de progreso iban por buen camino sin que Ferraz mandase a parar, han incrementado la zozobra de Esparza que, a la desesperada decidió hacer más ruido, actuar como artista invitado en el escenario estridente de Madrid. Focos, cámaras, micrófonos y prensa, mucha prensa, para tocar a rebato, advertir de la amenaza proetarra y constituir desde Madrid el Gobierno de Nafarroa como si se tratase de un estado de excepción. Javier Esparza, candidato frustrado y resentido, se convierte en nuevo Alcalde de Móstoles: “La patria está en peligro”.

Javier Esparza fue a Madrid a que Casado y Rivera (por separado, juntos pero no revueltos) firmasen la “Declaración por la dignidad de las instituciones navarras y españolas”, una nueva apelación al apocalipsis explicado solemnemente en una sala del Congreso por Esparza y por el predicador mayor, Pablo Casado, que exhibió con desparpajo sus dotes de trilero recurriendo a los tópicos más tremendistas, a la mentira, al cinismo y a la desvergüenza. Era de ver el careto de Javier Espaza ante las cámaras salvando a España en un pacto de hierro, mira por dónde, con quienes quieren de verdad liquidar la foralidad de Nafarroa.

En un intento a la desesperada por no perder el poder, el candidato de UPN dijo que aceptaría un Gobierno con los socialistas, eso sí, con María Chivite como vicepresidenta y él, por supuesto, como presidente. En terreno propicio y una audiencia con amplias tragaderas, recurrió al ya manido y perverso pacto del PSN con EH Bildu que nunca existió, sin obviar el otro mantra, el de la obsesión de los nacionalistas por incorporar a Nafarroa en Euskadi haciendo así desaparecer la Comunidad Foral.

Todo ello, dicho en Madrid y con el desparpajo que caracteriza, Pablo Casado pretendió dejar la impresión de que “En Navarra se juega el futuro de España”, nada menos. Por cierto, en su alegato Casado no se privó de culpar a Pedro Sánchez, a Arnaldo Otegi, a María Chivite y al PNV de la desintegración de Nafarroa y el desmoronamiento de España, recurriendo descaradamente a mentiras como que Navarra Suma era mayoría en la Comunidad Foral, o que el euskera no es idioma oficial, y a tópicos millones de veces repetidos sobre ETA, las víctimas y el imperialismo vasco. Casado aprovechó el viaje para desgastar aún más la imagen de Pedro Sánchez, cómplice necesario en la indignidad que podía perpetrarse en Nafarroa.

Echaron el resto a la desesperada a cuenta de la dignidad de las instituciones navarras y españolas. Esparza, ante el pánico de otros cuatro años en la oposición con la posibilidad de que el destierro de UPN del poder se cronificase y Casado ante la posibilidad de minar el prestigio de Pedro Sánchez a cuenta de la perversidad de “acordar con los amigos de ETA”. El presidente del PP, el mundo al revés, advierte que “en Navarra se juega el destino de España” cuando es al revés, lo que pretenden Casado y Esparza es que el futuro de Nafarroa se juegue en España. Y eso es, cuando menos, un desprecio intolerable a la voluntad de los navarros expresada democráticamente en las urnas.