ON un pan debajo del brazo solían venir los niños antaño -seguramente cuando los traía la cigüeña porque he presenciado dos partos y el ambiente no estaba para hacer bocadillos- y en cierto modo también los ministros que visitaban Euskadi. De hecho, a duras penas se acercaban a nuestros herrialdes sin una campaña electoral que lo justificara. Y, cuando lo hacían, era porque acudían a firmar un acuerdo con el Gobierno vasco, llámese encomienda de gestión, transferencia, etc.

La ministra de Política Territorial se acercó ayer a Gasteiz y ni eso. Lo sé porque le pregunté al lehendakari antes de que se reuniera con ella y no había pluma ni mantel previstos. Se conformó con anunciar que hay un papel que resuelve todas las dudas sobre el traspaso íntegro y estable del Ingreso Mínimo Vital, que no es poca cosa -habida cuenta de que hasta ayer pesaba el riesgo de marcha atrás- ni mucha -porque eso mismo era lo que se suponía ya comprometido y acordado hace meses-. Vamos que, como los clavelitos, para anunciar eso no hay que tener mucha vergüenza ni poca.

Pero, puestos a ver la botella medio llena, la ministra Isabel Rodríguez y sus compañeros de gabinete tienen ocasión de resarcise con un buen puñado de viajes y firmas si aceleran el calendario, incumplido, de transferencias. Ayer vi al lehendakari bastante mosca con esta permanente actitud de que cada vez que le preguntas al Gobierno de Pedro Sánchez por su relación con las autoridades vascas, todo vaya bien pero no acabe de ir a ninguna parte. Transferencias, leyes básicas sin consenso -ese es, también, el problema de la reforma laboral "yomeloguisoyomelocomo" porque no parecen creerse la realidad descentralizada no ya de las nacionalidades históricas sino del simple y llano estado de las autonomías-, olvido de la bilateralidad... mira si hay miga en esos panes; hasta para cazar gorriones.