UES ¿qué quieren que les diga? A mí que noventa o cien mil jóvenes vascas y vascos menores de 30 años se precipiten sobre la web de acceso a la vacunación me parece una delicia. Tanto que no me parece que la noticia sea el presunto colapso del sistema -parece que algunos no han experimentado nunca la compra on line de entradas de su grupo rompetaquillas- sino la evidencia de que ha calado la importancia de no ser factor de contagio ni transmisión también entre el colectivo más joven.

Estos nativos digitales se mueven como pez en el agua en un entorno que dominan y en el que no desfallece su paciencia. La que parece habérseles acabado a unos a la hora de conservar las precauciones, les sobra a otros para insistir en obtener su cita para vacunarse. No negaré que tiene un punto de ansiedad pretender obtener fecha en las primeras 24 horas de oferta del servicio. Pero nos hemos acostumbrado a satisfacernos a la voz de ¡ya!, aunque el horizonte de la vacunación del colectivo más joven se prolongue hasta el otoño. Llegados a este punto, más deberíamos preocuparnos porque los proveedores nos faciliten los viales necesarios al ritmo debido que por el hecho de que la chavalería no obtenga cita a la primera de cambio.

Como tampoco acabamos de nacer ayer, le pondremos sordina al alarde de responsabilidad que presuponemos porque tiene mucho que ver con la expectativa de completar la pauta antes de acabar el verano. Malas noticias: serán muchos, pero no la mayoría, los que lo consigan. Así que, si alguien estaba pensando que bien merecía la pena trasnochar, habrán descubierto que, desde ayer por la tarde, la segunda vuelta de pinchazos ya se fijaba para septiembre. A los frustrados les recordaría que su vacunación está garantizada, que avanza a un ritmo espectacular y que, aún así, su autoprotección sigue siendo la nuestra.