URARÍA haber escuchado aplaudir a unos cuantos cuando a Donald Trump le bloquearon su actividad en redes sociales porque, a la sucesión de sandeces habitual, sumó la justificación del asalto al Capitolio. Pero parte de esa clac está irritada porque le hagan lo mismo a Nicolás Maduro cuando, a la sucesión de sandeces habitual, suma promocionar las "goticas milagrosas" que, sin prueba alguna, sostiene que curan el covid-19 en el marco de su propia geoestrategia. Esta consiste en renunciar a vacunas de laboratorios europeos y estadounidenses que le corresponden según el programa de la OMS y congelar la inmunización de los venezolanos -después de vacunar a la cúpula chavista, eso sí- a la espera de que lleguen, se supone que en verano, un aluvión de viales chinos, rusos y cubanos. Que, si no están disponibles en el mercado mundial, y en el europeo en particular, es porque no han sido verificadas por la negativa de sus productores a facilitar información que las acredite. Mientras, suma uno de los peores índices de víctimas mortales entre sanitarios. En Euskadi, la clac habitual de Maduro -la nueva izquierda española y la vieja vasca- reclaman certezas, velocidad y garantías frente a la pandemia. Y hacen bien. Pero harían mejor si anuncian que, en esto, su modelo no es el de Maduro. No sea que esta gotica desborde el vaso.