N el argumentario que justifica el apoyo de EH Bildu a la estabilidad del Gobierno del Estado con su apoyo al presupuesto, tras la estrategia psicodélica de "tumbar el régimen" y la mesiánica de propiciar la "república vasca" se impone la de ganar derechos para la ciudadanía vasca. Esta es la buena, que lo dijo ayer Arnaldo Otegi. Y no queda menos que aplaudir el reconocimiento, por fin, del derecho de la ciudadanía vasca a vertebrar su país con una infraestructura ferroviaria de alta velocidad que no solo una sus capitales de Hegoalde -las cuatro- sino que conecte el país con las redes estratégicas de tránsito de personas y mercancías del arco atlántico europeo. No es menos importante el derecho a un proceso de transformación, empoderamiento y ejercicio de decisión institucionalizado. Porque evita, mediante procesos de consenso, aventuras inestables, costosas cuando no dolorosas. A todo ello ha despertado EH Bildu consolidando a Sánchez aunque no sé si ha reparado en que el dinosaurio aún sigue ahí, que diría Monterroso. Porque no basta con tragarse el sapo del TAV: hace falta dejar de demonizarlo; ni con asumir la dimensión propia en la realidad interdependiente: hay que hacer pedagogía con los tuyos y explicarles el requiebro. Si no, solo se busca administrar y hasta otorgar esos derechos, no ganarlos para la gente. Para eso ya se financia a las monarquías.