A se han retratado las fuerzas políticas vascas sobre la huelga de mañana en el sistema educativo. Han dejado claro que la huelga de los sindicatos es también la de EH Bildu y Elkarrekin Podemos. Y, por si le cae algo, también se la pide Vox para que no pase una sola fanfarria sin que ellos la acompañen a los platillos. Los dos primeros buscan el músculo de los sindicatos en la calle para hacer palanca política por encima de su representatividad social en Euskadi. Su reproche de inacción e improvisación -desde junio hay protocolo, oiga- y de inseguridad -la que aportamos los adultos cuando llevamos a nuestros empleos los riesgos que asumimos fuera de ellos, como acreditan los primeros casos conocidos en los colegios- es de consumo indoloro. No asume riesgos Podemos en el resto del Estado donde quizá su presencia en el gobierno español debería haber servido para contarnos una alternativa. Ni los asumen EH Bildu o Vox y tampoco los sindicatos. Ninguno ha definido ni presentado públicamente protocolos diferentes y contrastados. Cuando le pedimos 6.000 profesores al Gobierno se los pedimos al tendero, la oficinista, el taxista, la funcionaria y el periodista, que somos los que los pagamos. Esa reivindicación es la más improvisada de todas: sin estructura, sin análisis y sin estudio de viabilidad. Si no somos corresponsables de eso tampoco puede ser nuestra huelga.