O acaba de entender Donald Trump a qué viene tanta irritación por la muerte de un estadounidense sometido a estrangulamiento por la rodilla de un policía. No entiende que provoque una reacción visceral, disturbios y acusaciones de racismo esa muerte en concreto. En la lógica aritmética de Trump es incluso lógico. Al fin y al cabo, su modelo sanitario ha colaborado en la muerte de cien mil compatriotas y nadie parece recordarle que suyo es el mérito de haber suspendido el primer sistema de asistencia universal del país, heredado de la administración Obama. Al fin y al cabo, el genocidio socioeconómico es mucho más democrático en términos raciales: lo mismo muere por falta de recursos para pagarse una atención sanitaria de país desarrollado un miembro de la minoría negra, que asiática, que hispana o incluso la denominada basura blanca. No hay discriminación racial en la discriminación económica. Eso lo saben también sin salir de la Costa del Sol quienes llevan años exigiendo mano de hierro para el inmigrante moro y guante de seda al turista de lujo árabe. Con las mismas "rarezas culturales" y peculiaridades étnicas. Se sorprende Trump y tiene razón. Una gota en el vaso de las indignidades no debería provocar inundación. Seamos cínicos, no se le puede echar en cara que sea él mismo cuando le eligieron por serlo.