LA economía vasca se mueve entre la confianza por el pasado y el temor ante el futuro. Dos tendencias que, al ser aparentemente contradictorias y simultáneas, invitan a ser precavidos. A un lado están los buenos datos del ayer más reciente en Euskadi, como el crecimiento del PIB; la afiliación a la Seguridad Social y una menor tasa de desempleo. Al otro lado están los síntomas del mañana más cercano que auguran la desaceleración, como la descendente producción industrial alemana; la persistente precariedad laboral o las sospechas de nuevos movimientos proteccionistas que amenazan con provocar el desequilibrio comercial. Es decir, frente al sosiego y la confianza domésticos, están el sobresalto europeo, el proteccionismo y la intimidación geopolítica.

Todo ello convive en un escenario global que, día a día y en medio de la llamada cuarta revolución industrial o economía 4.0, reclama, apremia y reivindica un desarrollo sostenible mediante la gestión del talento, un término acuñado por David Watkins en 1998 que se ha convertido en la guerra por el talento para atraer y retener el conocimiento de los profesionales en una etapa donde la competencia entre empresas es muy dura. En medio de este clima competitivo, el futuro económico y el estado de bienestar pasan por la economía circular que se distingue por utilizar bien nuestros recursos, consumir mejor lo necesario y cuidar el medio ambiente.

buenos datos. En este contexto, los datos de la economía doméstica vasca señalaban esta semana un crecimiento del 2,1% en el PIB del tercer trimestre del año respecto a 2018 y, según el Instituto Vasco de Estadística (Eustat), una décima más que su primera estimación, merced al dinamismo en el sector de servicios y en la construcción, así como al consumo de los hogares. No obstante, han caído las exportaciones y se contraen tanto el sector primario como la industria que registró una desaceleración de su actividad, aunque, pese a todo, sigue estando por encima de la media española. El mercado laboral sigue aportando números atractivos, ya que la economía vasca está a tan sólo 3.025 cotizantes de alcanzar la cifra récord de afiliación a la Seguridad Social que data del ya lejano mes de julio de 2008, cuando se llegó a los 982.935 afiliados. Respecto al paro, la cifra total de desempleados registrada en los servicios públicos de empleo se sitúa en 113.777 personas, después de bajar en noviembre en 1.564 personas respecto a octubre. Se trata de una reducción del 1,36% en el mes y del 6,36% interanual, muy superior a la media española que ha sido del 1,68%.

malos síntomas Estos son los últimos datos conocidos de la economía vasca, que tiene en Alemania uno de sus más importantes mercados, especialmente en el terreno industrial y de donde llegan malas noticias y peores síntomas, ya que la locomotora europea está al borde de la recesión después de conocer los datos preliminares del Índice de gerentes de compra (PMI), que constatan la primera caída del empleo en el país desde 2013 ante los síntomas de contagio de la desaceleración de la industria al sector servicios. Por su parte, el Bundesbank anticipa que Alemania entró en recesión técnica en el tercer trimestre del año, mientras que la Oficina Federal de Estadísticas, Destatis, señala que la producción industrial de Alemania registró en octubre una caída interanual del 5,3%, que es el mayor de los registrados desde 2009.

Por último, y no menos importante, en un estudio de la agencia de la UE Eurofound, que analiza la segmentación del mercado laboral de la Unión, se dice que “España muestra los patrones más preocupantes en términos de fragmentación del mercado laboral”. Esto significa que los más perjudicados por la crisis siguen hoy atrapados en la precariedad laboral y sin posibilidad alguna de salir de la pobreza. En efecto, entre 2009 y 2016, el salto de trabajadores temporales españoles a un contrato a tiempo parcial fue del 7%, mientras que Alemania supera el 35% y en Reino Unido alcanza el 50%. Estamos, por tanto, ante una fragmentación estructural del mercado laboral español que también afecta al vasco. La impresión generalizada es que la recesión ya está asomando y que, lejos de tutelar mediáticamente optimismo, se necesitan medidas urgentes que permitan tramitar el presente con las exigencias del futuro. Es decir, poner en valor y gestionar el talento con los imperativos de una economía sostenible en el marco de una sociedad del conocimiento.