Seguimos en lo del dedo y la luna. Piensa uno que quizá tantas llamas, tanto humo, tanta pérdida y tanto dolor no se tapan con un dedo. Pero aquí estamos, enredados no en identificar qué falló, qué no se hizo preventivamente, qué no debe volverse a repetir y por qué no se aplicaron los protocolos ya existentes en la gestión. Interesa más que los barones del PP salgan indemnes y que los ministros del PSOE queden señalados o viceversa. El ruido tapa la verdad sobre quién debía haber hecho qué; volverá a arder todo antes de que se apaguen sus ecos. Por gordo que sea el dedo, no tapa el olor a quemado. Y apesta.