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Tantaka

A bad and dangerous day

El Tribunal Supremo de los Estados Unidos ha resuelto este viernes contra la expulsión de un grupo de venezolanos ordenada por el gobierno Trump en virtud de los poderes conferidos al ejecutivo por una vieja ley de tiempos de guerra, la Ley de Enemigos Extranjeros de 1789. La decisión ha sido adoptada por siete votos contra dos en un tribunal compuesto de nueve jueces: uno elegido por Bush padre, dos por Bush hijo, dos por Obama, tres lo fueron en el primer mandato de Trump y uno por Biden.

El tribunal, muy prudente, se ha limitado a considerar que los plazos y las formas de las comunicaciones de expulsión no ofrecen las debidas garantías. “Para que quede claro –dicen los jueces por si hubiera alguna duda– decidimos aquí solo que los retenidos tienen derecho a recibir mejores notificaciones y que concedemos medidas cautelares temporales mientras se resuelve la cuestión”. El tribunal deja así para otra ocasión las consideraciones de fondo (“no abordamos –añade la resolución– el fondo de la cuestión, la legalidad de las expulsiones en virtud de la Ley de Enemigos Extranjeros”).

Parece sensato lo que han mencionado algunas juezas en sus votos particulares, es decir, que las leyes de tiempos de guerra requieren de una guerra declarada (o de una amenaza de semejante naturaleza) y de personas que tengan la ciudadanía o nacionalidad de aquellos países enemigos, circunstancias ambas que no se dan en el caso. Pero el Tribunal en su conjunto no se ha atrevido a llegar tan lejos.

Trump, en su red social ha indicado que “el Tribunal Supremo no nos permite expulsar a los criminales de nuestro país (...). El Tribunal Supremo no me permite hacer lo que fui elegido para hacer (…). El Tribunal Supremo ha decidido que los peores asesinos, traficantes de drogas, miembros de bandas e incluso aquellos que son enfermos mentales, que entraron ilegalmente en nuestro país, no pueden ser expulsados sin un proceso legal largo y costoso”. En conclusion, “this is a bad and dangerous day for America”.

En este mensaje de Trump tenemos resumida la esencia de todo desafío populista contra la democracia, por eso es importante descifrarlo. No es una nota de prensa redactada por expertos en derecho y comunicación. No ha sido revisado y emitido a los medios para que puedan, desde la diversidad de opinión y la libertad de expresión, difundirlo y explicarlo a la sociedad. Está escrito a la carrera con su grotesco estilo de mayúsculas gritonas y directamente publicado en su red social. Los matices y el rigor son eliminados. La lógica del populismo queda desvelada.

El presidente es el intérprete único de la voluntad del país. Haber sido elegido le faculta para tomar las medidas que interprete necesario para hacer “lo que fue elegido para hacer”. Los controles y equilibrios propios de una democracia (el equilibrio de poderes, el estado de derecho y la ley, las garantías procesales, los derechos y libertades individuales…) son estorbos en la realización de esa voluntad. El mundo se divide entre nosotros, los virtuosos, y los otros, que son asesinos, violadores o locos y, por lo tanto, no merecen procedimiento alguno para defenderse. No necesitamos procedimientos para comprobar lo que ya de todas formas sabemos que es cierto. Todo lo que se oponga a la voluntad del líder es antidemocrático y malo para el país. Las élites corruptas (periodistas, jueces o profesores) quieren frenar el avance de la voluntad popular con sus oscurantistas procederes y hay que frenarlos. Las afirmaciones del presidente no requieren de ningún contraste con la realidad porque son la manifestación sana, directa e incontaminada por tecnicismos de la voluntad verdadera del pueblo.

La pregunta del momento es si el famoso sistema de equilibrios y controles (checks and balances) soportará un segundo mandato de Trump sin venirse abajo. La resolución de este viernes es solo un minúsculo episodio, casi de agónica resistencia, en una disputa mucho más larga, dura y global –que a todos nos toca– por la democracia.