Recojo el guante que dejaba ayer mi muy querido compañero de página, Javi Vizcaíno. ¿Irse o quedarse? La pregunta está en el aire desde que el periódico británico The Guardian anunciase su baja de la red social X (antigua Twitter) por considerarla una red social tóxica que contribuye a la desinformación. No se han quedado solos ya que a The Guardian le han seguido otros rotativos como La Vanguardia y relevantes personalidades de múltiples sectores a nivel planetario. El debate está en qué es mejor, si abandonar la red en caso de no compartir su degradación, con niveles de mensajes de odio y desinformación altamente preocupantes, o mantenerse. Preguntado al respecto, el ministro Óscar Puente defendía el quedarse porque “si tú te vas el espacio lo ocupan otros”. Pionero, el lehendakari Urkullu, que en 2021 se despidió de esta plataforma al considerarla una red de odio. ¿Irse o quedarse? ¿Nos haríamos la misma pregunta en otro contexto? Supongamos estar en un foro con participación de personas que no se conocen entre sí y una de ellas ataca verbalmente a una mujer o a un negro por su condición de género o de raza. El sentido común lleva a pensar que la mayoría de las personas se desentenderían de la convocatoria y optarían por marcharse. ¿O no? Al fin y al cabo, podría llegar a pensar alguien, “como la cosa no va conmigo…”. Responder a la pregunta de si irse o quedarse en la red social X no es fácil dada su importante implantación e influencia. No obstante, si se cambia el prisma y se dirige la mirada no hacia la pérdida sino al beneficio quizá puede verse de otra manera. “Creemos que los beneficios de estar en X son abrumadoramente inferiores a los aspectos negativos”, decía The Guardian en su editorial. Así que ¿irse o quedarse? Yo compro irse.