Hace muchos años entrevisté a Iker Jiménez. Fue a cuenta de uno de sus libros, el que hablaba del misterio del pueblo maldito de Ochate, en el corazón de Araba. Para quienes no les suene la historia, lo que queda es la torre de una iglesia tras la supuesta devastación de su población por tres grandes epidemias en el siglo XIX. Y allí pasa de todo, según los amantes de lo desconocido, desde relojes que se paran inexplicablemente a psicofonías e incluso el avistamiento de ovnis. La historia de Ochate, pese al empeño colectivo, únicamente tiene documentado con rigor su vaciado por la gripe en 1918. Y pese a ello su verdad lleva siendo epicentro del mundo del misterio durante décadas, pero no hace daño a nadie. No como los bulos que ¿periodistas? como Iker Jiménez han contribuido a propagar esta semana desde la zona cero de la dana. “Todavía queda por saber lo que hay en el parking del centro comercial”. Lo hemos repetido todos y todas hasta la saciedad, con el corazón encogido, esperando ver si se convertía en verdad la desgracia pronosticada por Jiménez en su cuenta de X: “En el parking de Bonaire hay muchos cuerpos, muchos cuerpos. Muchos”. Era mentira. Falso. Un bulo. Como el bienintencionado de Ochate, pero en este caso con afectación a miles de personas que viven con angustia el paso de las horas y los días sin saber de sus familiares o allegados. Qué gratuidad. Escribía esta semana la periodista Mariola Cubells, natural de Valencia, que la noticia falsa promovida por Jiménez solo ha aumentado el fango. No el de las calles inundadas por la peor riada que se conoce sino el que circula sin control por las redes sociales para desgracia de todos y satisfacción de los más miserables. Fango por doquier. Qué pena todo. Y qué injusto.
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