CÓMO calificar sin descalificar el pleno que se vivió el jueves en el Parlamento Vasco. Por decir algo, lo dejaremos en una “ceremonia de la confusión”, como dijo el socialista Ekain Rico. En el debate, una iniciativa de Elkarrekin Podemos para designar una festividad en 2024 de signo feminista. Ambiente plenario que llegaba caldeado por la polémica abierta por la vicelehendakari socialista Idoia Mendia para que la fecha escogida sea el 8-M. Sin embargo, lo que parecía una iniciativa en la que iba a ser posible el acuerdo, se tornó en un disparate cuando la propia formación morada se revolvió contra el texto acordado con EAJ-PNV y PSOE e hizo imposible el acuerdo de mínimos sobre su propia propuesta. Inaudito. Analizando el todo en su conjunto, el globo sonda lanzado por Mendia para que el 8-M sea festivo el año que viene ha provocado un efecto pernicioso. Primero, porque la unilateralidad de la propuesta, sin contar con Emakunde ni asociaciones feministas, no viene sino a añadir turbidez a una jornada que llega ya empañada por la división entre PSOE y Unidas Podemos, miembros del mismo gobierno español, de revisar la neonata ley del solo sí es sí. Pero también porque ha dejado en el Parlamento Vasco una inquietante sensación de que la jornada pueda instrumentalizarse para fines políticos, especialmente desde los partidos que se califican de izquierdas. Convertir el 8-M en festivo puede provocar el deslavado de un movimiento al que le queda todavía mucho recorrido de lucha. Fechas para consignar una efeméride feminista que nos permita celebrar un día de asueto por una conquista hay muchas y variadas. Se impone el ejercicio de negociación y escucha. Desde luego, no es una opción el 25-N, como sugirió también la portavoz de Elkarrekin Podemos, Miren Gorrotxategi, en Radio Euskadi. Solo nos faltaba irnos de puente el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Eso sí que sería rematar todo este auténtico disparate.