¿Se acuerdan de Marta Domínguez? La atleta española se vio envuelta en un escándalo sobre su supuesta implicación en un caso de dopaje del que resultó completamente exonerada. Da igual que la Justicia determinara su inocencia. Tras conocerse que su caso se sobreseía, ella quiso presentarse ante la prensa para explicar cómo se sentía. Y, en ella, vivió un segundo, tercer y cuarto juicio paralelo. Hubo quien todavía se atrevió, incluso, a dejar en el aire el halo de sospecha de que, efectivamente, la Justicia diría, pero que algo habría hecho. Cuánto daño se le hizo sin que nadie asumiera responsabilidad ninguna. Llevamos una semana con la sentencia del caso De Miguel. El Tribunal Supremo ha ratificado que Alfredo de Miguel, Aitor Telleria y Koldo Otxandiano fueron punta de lanza en la constitución de una trama corrupta de cobro de comisiones ilegales a empresas a cambio de contratos. Y que lo fueron a nivel particular, sin que el PNV, partido del que eran miembros, tuviera conocimiento ni beneficio. En los miles de folios de la instrucción del caso o en las acusaciones del fiscal y de la jueza, no hay una sola referencia, ni remota, a una hipotética financiación ilegal del PNV. Dicho de otro modo, lo juzgado son actuaciones individuales de unas personas con diferentes grados de vinculación con el PNV, pero realizadas al margen del PNV.

Hoy aquella rueda de prensa que terminó por hundir a Marta Domínguez palidece con lo que se ha escuchado en Euskadi estos días. Un auténtico ejercicio de carroñería especialmente política con la sola intención de dejar abierta la sospecha tanto de que no se actuó con la contundencia debida como que “algo habrá hecho” la formación jeltzale. Afortunadamente, esa memoria que reivindicamos para tantos espacios también tiene su cabida en este capítulo doloroso para todos y todas. No solo para EAJ-PNV, sino para la sociedad en su conjunto. Porque no hay nada peor que corromperse y hacer corruptores a otros a sabiendas de que no lo son. Eso no beneficia a nadie. Y también es corromper. l