Me estoy acordando de los supuestos estudios de postgrado en Harvard del presidente del PP, Pablo Casado. No sé si ustedes saben que la Universidad de Harvard tiene una de las escuelas de negociación más conocidas del mundo y no descarto que sea ésta la especialidad cursada por Casado. Pero en el Harvard de Aravaca, con las prisas, tal vez confundieron el programa y propusieron un curso con módulos que, por sus resultados, bien podrían haber sido: fase 1 de la negociación o cómo hacer de una diferencia legítima con tus compañeros un conflicto; fase 2 o cómo pasar de ese conflicto aún en estado resoluble a un conflicto inmanejable; y fase 3 o cómo atajar ese conflicto con tratamientos destructivos que acaben debilitando las posiciones de las partes. Si el programa era ése, hay que reconocer que en la gestión del conflicto con el PP del País Vasco el estudiante ha demostrado un aprovechamiento de matrícula de honor.

En la mente de Casado quizá la jugada tenía sentido: el PP del País Vasco como precio razonable a cambio de fagocitar a Ciudadanos. Sin embargo, Ciudadanos parece hoy un proyecto a la baja, sin liderazgo y con broncas internas, que Casado ha tasado muy por encima de su valor real. La operación de absorción es de una astucia similar a la de quien invirtiera su fortuna en acciones de Kodak en el año 2000.

Hay otras derivadas de este asunto que me fascinan.

¿Cuál es el papel de Javier Maroto, delfín que fue de Alonso? El exalcalde de Vitoria y ahora vecino de Sotosalbos, Segovia, resulta que no se ha pronunciado sobre la puñalada a su padre político. Todo un clásico. Digno de un drama shakespeariano. ¿Cuál sería la clave interpretativa de la obra?, ¿el discípulo se quedó deslumbrado por el oropel y las promesas de la corte? ¿o tal vez aún no ha dicho su última palabra y nos sorprenda pronto con una digna entrada, avanzado ya el quinto acto, reivindicando a su maestro? En caso contrario, ¿pagará Roma?

¿Qué se busca resucitando a Iturgaiz?, ¿a qué sectores sociales se quiere ilusionar y sumar?, ¿qué mensaje constructivo, esperanzador y de futuro trae consigo? Sus primeras declaraciones sobre Vox y los fasciocomunistas sólo pueden asustar, escandalizar, indignar o repugnar a los votantes más sensatos del PP en el País Vasco.

Para el final dejo la clave a mi juicio más importante: ¿qué visión de España revela toda la gestión del caso? Casado cree poder manejar el PP del País Vasco como si fuera la franquicia provincial de un supermercado. A veces parece que cuanto más grande es la bandera mayor es la ignorancia de quien la porta sobre la complejidad del país que cree representar. Buena parte del votante del PP en el País Vasco busca una derecha española que conozca y respete una forma y una historia de relación con lo vasco digna, mutuamente respetuosa, mutuamente leal, y con memoria democrática. Cuando más altisonante sea la reclamación uniformizadora, ajena a la personalidad, tradición y voluntad vascas, más pequeño será su impacto en nuestro país.

No será despreciando la identidad foral vasca, no será recuperando a Iturgaiz, no será rebañando votantes, si los hubiera, de Ciudadanos, no será convocando ecos guerracivilistas y no será coqueteando con el espíritu de Vox como el PP encuentre ese su lugar perdido en el País Vasco. Quizá Aravaca tampoco sea el mejor lugar para aprender cómo hacerlo. Casado vino un día al Congreso del PP del País Vasco y podría haber sido su oportunidad: pero hay cosas que, suponiendo capacidad y voluntad, requieren de cierto tiempo para entenderse. Ese postgrado no se saca en cuatro días.