CON lo visto y escuchado en la campaña electoral hubiese bastado para llegar a la conclusión de que la personalidad de Aitor Elizegi se encuentra en las antípodas de la de su antecesor en el cargo, Josu Urrutia. A fecha de hoy, tres meses después, esa distancia permanece inalterable o quizá hasta se perciba que ha crecido. La constante exposición pública de Elizegi aparece como el factor diferenciador, pero no ya con el presidente anterior sino con respecto a cualquiera de los inquilinos que ha acogido el Palacio de Ibaigane en la historia moderna del Athletic, la que se recuerda.

Es presumible que la frenética actividad del actual dirigente vaya cediendo con el tiempo, más que nada por la exigencia que comporta. Ese agotador afán por estar en permanente contacto con el socio, el peñista, la prensa o personajes relevantes del deporte, la política o de otros ámbitos que componen la vida social de la provincia, es interpretable como un proceso de inmersión acelerado en un mundo nuevo para él. Pero aparte del legítimo deseo de darse a conocer, tal omnipresencia denota una concepción particular de lo que significa ser la cabeza visible del club.

Seguir el rastro de Elizegi resulta muy sencillo y permite comprobar que llega a muchísimos sitios. La jornada le da de sí más que a la mayoría de los mortales, es la sensación que queda. Hay testimonio gráfico de sus múltiples asistencias a espacios o actos que no necesariamente están vinculados de forma directa al Athletic, igual que es posible tener constancia de que le gusta mucho acudir a Lezama, a los entrenamientos.

Lo descrito no es óbice para que Elizegi desarrolle su gestión en los despachos y poco a poco, tras palpar el terreno, hayan empezado a trascender las medidas que le compete adoptar junto a la directiva y los responsables escogidos o ya existentes en la estructura de la entidad. Nombramientos o iniciativas en las diversas áreas: institucional, social, deportiva y comunicación.

Aún es pronto para efectuar una valoración, no en vano hablamos de un mandato incipiente y el traspaso de poderes se produjo con la temporada en marcha. Habrá que aguardar para calibrar la impronta del proyecto de Elizegi más allá de la evidencia de los gestos, puesto que las decisiones de calado para el club están por asomar.

Bueno, acaba de oficializarse la ampliación de contrato del técnico del primer equipo, que sí es un paso trascendente en el medio plazo, si bien a nadie ha pillado por sorpresa. Garitano ha cumplido con nota alta su función y esta ha sido la mejor noticia que ha generado el Athletic desde que Elizegi ejerce y se da la circunstancia de que no es un logro atribuible a su persona.

Elizegi es consciente de que la marcha del primer equipo ha contribuido de manera rotunda a facilitar que esté disfrutando de un aterrizaje amable. Al fin y al cabo, ya se sabe que en el fútbol todo depende de que el balón entre o no. Los resultados condicionan muchísimo la visión que se tiene del funcionamiento de una directiva, incluso por encima de las cuentas, dos temas que suelen ir de la mano. Será a partir de ahora, según el curso toca a su fin, cuando pueda evaluarse con fundamento qué tal lo hace el incansable Elizegi.