HAY quien considera que la moción del PP contra los traspasos de competencias pendientes a Euskadi forma parte de una involución derechizadora y centralizadora. Pero analizando los movimientos progresivos, así como su socialización a través de una digestión lenta pero inexorable mediante la manipulación y el lanzamiento de mensajes falsos -lo que ahora llaman fake news-, podría concluirse que estamos ante algo mucho más grave.

Si lo sucedido en Catalunya en torno al procés ha sido un proceso “golpista”, habría que convenir que esta estudiada ola contra el autogobierno es, sin duda, mucho más grave y mucho más vulneradora de la Constitución. Al fin y al cabo, pedir que no se cumpla la ley, tratar de que no se ejecute una previsión legal, estatutaria y constitucional es dar un golpe institucional a la Constitución.

Y si no, que se lo pregunten al rey Felipe VI, que el mismo miércoles aseguró, entre aplausos constitucionalistas, que “es inadmisible apelar a una supuesta democracia por encima del Derecho” y que “sin el respeto a las leyes no existe ni convivencia ni democracia”. ¿Entonces?

No es solo el tema de las transferencias -ayer mismo, el ministro Marlaska tuvo que bregarse con seis preguntas sobre cesión de la competencia de Prisiones y del acercamiento de presos-, son también los recurrentes del Concierto, del “cuponazo”, de los “privilegios”, del euskera, de la educación, de la “agenda de ETA”... cuestionados justamente por los que han tenido a su servicio -nunca mejor dicho- una policía patriótica para controlar a los díscolos secesionistas.

Alfonso Alonso -que dice compartir “al cien por cien” la moción del PP en el Senado- alega que con lo que están en contra es con la “interpretación nacionalista” de lo que son las transferencias pendientes, pero, además de obviar a la inmensa mayoría del Parlamento Vasco, no explica entonces lo que significa “competencias exclusivas”, que es lo que establece el Estatuto. Quizá debería mirar en el diccionario de la RAE.

Por cierto, la deslegitimación del “Estatuto de la Moncloa” y del autogobierno siempre estuvo en la verdadera “agenda de ETA”.