EL fin del mundo debe pillar muy lejos, a una distancia que infunde respeto aun desconociendo con precisión cuál es. De ahí que a la hora de escoger los acompañantes para viajar a semejante destino, haya que ser especialmente cuidadoso.

Se entendió a la perfección lo que Garitano quiso expresar al ponderar las aportaciones de Mikel Balenziaga y Markel Susaeta en un partido tan complejo como el del domingo. Ambos son futbolistas de garantías, vino a decir; de esa clase que merece la absoluta confianza del entrenador porque, aparte de vaciarse cada vez que actúan, poseen oficio y siempre miran por el interés del colectivo, es su prioridad. “Hacen equipo” añadió como otra virtud que les califica y la expresión ilustra la predisposición de que hacen gala, su talante para asumir con normalidad cualquiera de las circunstancias que se dan en un vestuario. Por ejemplo, ser suplente.

Susaeta y Balenziaga acumulan en el Athletic un montón de temporadas. En el historial de esta pareja constan cifras muy abultadas, de hecho el primero ha alcanzado ya la categoría de referente con su medio millar de encuentros oficiales a la espalda. Han sido fijos en las alineaciones y sin embargo ahora intervienen de manera menos frecuente, pese a que quien decide si juegan o no tenga esa excelente opinión de ellos.

Yendo al detalle, con Garitano sería Susaeta quien peor parado ha salido, dado que en la etapa de Berizzo su presencia fue constante, mientras que el relevo en el banquillo apenas ha influido en la suerte de Balenziaga, claramente perjudicado por la llegada de Yuri Berchiche, quien figura como uno de los más utilizados de la plantilla desde el comienzo del curso hasta la fecha.

Si Balenziaga sale perdedor en el mano a mano con Yuri por hacerse con el puesto, Susaeta ha visto cómo se le multiplicaba la competencia hasta límites insospechados en cuestión de pocas semanas. Antes alternaba con Iñaki Williams en el extremo y ahora debe pelear con Óscar De Marcos y con Ibai Gómez, al menos hasta que regrese Aritz Aduriz y desplace de nuevo a Williams a la banda, una posibilidad nada desdeñable. En síntesis, que por hache o por be, a ninguno se lo están poniendo fácil, lo que no quita para que el fin de semana en que son reclamados den la talla, como sucedió ante el Barcelona.

Resulta delicado juzgar la gestión de los recursos que hace Garitano o quien esté al mando porque se da por supuesto que maneja información privilegiada extraída del trabajo cotidiano que dirige en Lezama. Desde fuera, las probabilidades de meter la pata son elevadas, no obstante es inevitable que cada aficionado o periodista estime lo que crea conveniente en torno a unas decisiones en cuya gestación no participa. Gustará más o menos lo que piensa el responsable, pero en el irresistible ejercicio de suplantar al entrenador, se suele imponer el peso de la subjetividad y, cómo no, de los resultados.

Reconociendo que corre serio riesgo de incurrir en el error en el análisis, uno no puede evitar que le embargue la sensación de que hay jugadores que están más expuestos a ceder su sitio en la alineación, jugadores a los que les cuesta más recuperar el protagonismo perdido aunque quienes les han adelantado estén desacertados, jugadores que son sustituidos con una pasmosa facilidad. Con Garitano, con Berizzo, Ziganda, Valverde, Bielsa, etc. Son casualmente jugadores como estos con los que Garitano (y el que firma arriba) iría al fin del mundo.