EL parón liguero se ha cruzado en el camino del Athletic y sus jugadores, que a duras penas asimilan la atroz derrota en el Wanda Metropolitano mientras mascullan juramentos por la perra suerte, aunque después de doce jornadas a lo peor hay más cosas que la perra suerte. Cuando se produce un resultado así, tan cabrón, los jugadores necesitan de inmediato la revancha para encauzar tanta furia y aplacar la frustración, y sin embargo los chicos deberán aguardar dos semanas hasta la próxima, con el Getafe en San Mamés a las 12.00, la hora del Ángelus. Sería aconsejable que hasta ese día los chicos empleen tiempo, mucho tiempo, en ensayar con profusión las jugadas de estrategia, sobre todo para evitar en lo posible disgustos como el del pasado sábado.
Porque, esa es otra. Para más escarnio resulta que el Atlético culminó su épica remontada en el último minuto con el gol del cojo, o sea, que encima hubo regodeo. Todo el mundo hablando del famoso gol del cojo de Godín, ¡y en el último minuto! y con el Cholo Simeone danzando como un poseso de alegría.
El gol del cojo, a perro flaco todos son pulgas, qué poco dura la alegría en la casa del pobre... El refranero entero se le vino encima al Athletic en el Metropolitano, pero tampoco conviene frivolizar más de la cuenta con el asunto. Berizzo, todo el mundo, calificó la derrota como injusta, pero analizando cómo se produjo, a causa de una grosera desatención colectiva en el último instante, con un balón que venía de frente, no caben los paños calientes. Hay que recordar que la única victoria del Athletic en lo que va de temporada ocurrió allá con la canícula, en plena Aste Nagusia, frente al Leganés y en el minuto 93, con aquel gol oportunista gol de Iker Muniain, a quien el técnico argentino, al fin, le vuelve a otorgar categoría de titular. Vaya lo uno por lo otro (la fortuna y la desdicha de marcar o recibir cuando el partido se acaba) y menos mal que aquel encuentro acabó 2-1, es decir, que en caso de empate a puntos el Athletic tiene, de momento, mejor coeficiente goleador que los pepineros, por si un casual, Dios nos libre, está en juego el descenso de categoría. (Malas lenguas han sugerido que si Josu Urrutia adelanta las elecciones y no se presenta a otro mandato es para no ser ese histórico presidente con quien el Athletic bajó a Segunda, hay que ver lo mal pensada que es alguna gente).
Sí es verdad que Urrutia se gastó este año la friolera de 56 millones en reforzar la defensa con dos fichajes y sucede que el Athletic es el cuarto equipo más goleado de la categoría. Como también es cierto que Berizzo acaba de descubrir a Unai Núñez, que ya era hora.
Será conveniente que no cunda el pánico cuando Urrutia, guardián de las esencias, se marche y deje libre de ataduras a quien le suceda. La tentación de acudir al mercado invernal a por refuerzos, y estoy pensando en Llorente o Herrera, desafectos a la causa, entrados en años y sin duda carísimos para las prestaciones que pueden ofrecer.
Habrá que apechugar con lo que hay y sobre todo reafirmar los votos de adhesión a la causa, lo cual implica infinita paciencia, comenzando con Berizzo, que todavía no ha repetido una alineación y no da más que tumbos. Sin embargo, lo que propuso en el Metropolitano tuvo un punto de seducción e incluso invita a pensar que puede revertirse la caótica situación, más que nada porque no queda otro remedio. Y para otra vez no se fíen ni del cojo; joder, qué manera del palmar.