Mientras en Euskadi no ha existido estos días otra televisión que no fuera MTV con sus conciertos, estrellas y premios haciendo a Bilbao aun más capital del mundo, en el Estado se repetía la historia del odio perfectamente retransmitida por todos los canales, con meta volante en Altsasu. Un país incapaz de enmendar la cobardía de tener enterrado durante décadas y en lugar relevante a su último tirano y que prepara un aquelarre judicial -llámelo venganza para ser exactos- contra quienes, en Catalunya, se atrevieron a rebasar la línea de la libertad permitida, no puede albergar expectativa de dignidad y autoestima. Ni siquiera se tolera la válvula de escape de la risa, pese a los honrosos intentos de Wyoming y Buenafuente.
El humorista Dani Mateo se la ha tenido que envainar tras soplarse la nariz con la bandera rojigualda en un sketch, lo mismo que la plataforma RTVE Playz por un tuit sobre la cursi intervención de Leonor, hija del rey español, en un acto conmemorativo de la Constitución. El anunciante de El Intermedio, de La Sexta, ha retirado su patrocinio y Rosa María Mateo, la jefa del Ente estatal, ha pedido disculpas. ¿De qué tendrían que excusarse? ¿De mofarse festivamente de lo divino y lo terrenal? ¿De representar mediante parodias el hartazgo social por las miserias de la autoridad?
Me imagino al Tribunal Supremo -que hoy nos puede helar el corazón y alegrárselo a la banca- haciendo los preparativos del escarmiento contra Catalunya. ¿Cómo será la emisión del proceso al procés de lunes a jueves, mañana y tarde, durante meses? ¿Creará Ferreras un espacio de 24 horas al modo Gran Hermano? Es todo tan absurdo que el mundo tendrá ante sus ojos otro Juicio de Burgos a 18 demócratas inocentes, como entonces a 17 antifascistas. Sí, románticos, discrepantes, catalanes, vascos? estamos prohibidos.