Soleil lleva una vida convencional, pero no feliz. Esposa del Juez Bisset, madre del pequeño Daniel, trabaja como ingeniera en Carcasona, en Francia. Todo cambia cuando ella y su hijo se ven atrapados por la riada dentro de su coche. Consigue poner al pequeño a salvo, pero las furiosas aguas del río Aude la arrastran antes de que consiga salir. Esa tarde, Soleil Bisset muere. Ese día, nace Moon Aubry. Así comienza Morir dos veces, lo nuevo de la pamplonesa Susana Rodríguez Lezaun.
¿Qué ha supuesto para usted esta aventura literaria, llena de personajes nuevos?
Un reto. Primero, el reto es crearlos, porque yo tengo la historia general en la cabeza, pero claro, ¿a quién pones? Yo tenía claro que la historia de la segunda vida iba a estar, y que iba a ser una mujer. Entonces, el reto es fantástico. También es pensar en quién la acompaña. Porque Soleil tiene un marido muy mandón y una suegra invasiva, y hay lectoras que han visto a sus suegras. “Es que mi suegra era igual, venía cuando le daba la gana. Decía que lo que yo cocinaba no valía para nada...”. Es decir, que se han visto identificadas, por lo que tan lejos de la realidad no me he ido por desgracia. Entonces, el reto ha sido construirlos. Una vez construidos, el echarlos a andar ha sido divertido.
Muchos creíamos que frases como “dedícate solo a tus hijos, nosotros somos tu vida...” habían quedado atrás.
No, no han quedado, y de todas formas muchas veces hay mujeres que se lo autoimponen, porque creen que es lo que se espera de ellas. Las mujeres muchas veces cedemos en nuestros deseos y en nuestras ambiciones en favor de una vida familiar que creemos que es lo que tiene que ser prioritario para nosotras. La conciliación, desde mi punto de vista, es un engaño para nosotras también, porque lo que hacemos es doble jornada. Conciliamos porque trabajamos. Trabajamos menos para poder trabajar en casa. Y al final trabajas jornadas de dieciséis horas. Creo que es un engaño, que la sociedad todavía está mal montada para nosotras. Y las mujeres que queremos tener una profesión y una familia muchas veces lo que nos carga sobre todo es la culpa. Y eso es lo que nos hace renunciar a muchas cosas para mantener la paz familiar, y eso es una trampa mortal.
“Puedes correr, pero el pasado siempre te alcanza”
Usted crea de todos modos personajes femeninos fuertes, que huyen de esos roles impuestos o autoimpuestos, como su anterior personaje, Marcela Pieldelobo. Y usted también ha huido un poco, en este caso, de Navarra para recorrer Francia. ¿Cómo ha sido el cambio de paisaje?
Ha sido una gozada. Yo conozco todas las ubicaciones porque soy muy francófila, y me gusta mucho pasar tiempo en Francia. Creo que Francia es un país precioso y lo que he intentado en esta novela es que las localizaciones sean como la historia y como los personajes. Es decir, arrancamos con Soleil en una ciudad muy pequeña y opresiva, Carcasona. Entonces, cuando Soleil muere y nace Moon, Moon vive en una ciudad increíble, París, la ciudad de la luz, de la multiculturalidad, de la vida abierta, de las oportunidades... Una ciudad muy amplia. Es totalmente diferente, y a mí me encanta París. No me canso de ir.
Soleil resurge como Moon cual ave fénix. Es inevitable, sin embargo, que el pasado esté ahí, ¿no?
El pasado siempre está. Sobre todo, cuando dejas atrás algo como un hijo. Y, aunque no lo dejaras, el pasado siempre eres tú, porque cualquier persona es fruto de sus vivencias y sus experiencias. Yo soy como soy por lo que me ha pasado hasta ahora, por la gente que he conocido, lo que me ha pasado... Eso es lo que conforma a la Susana de hoy. Sin esas vivencias yo seguramente sería de otra manera. Cargamos con una mochila y en esa mochila va nuestro pasado. Además, puedes correr, y el pasado tiene la mala costumbre de alcanzarte.
¿Qué siente cuando autores galardonados como César Pérez Gellida hablan tan bien de su trabajo?
No puedo evitar tener un pequeño síndrome del impostor.
¿Aún lo siente?
Sí, te lo garantizo. No tanto como con la primera novela. En la primera novela pensaba que jamás iba a volver a publicar. Tengo un poco de síndrome del impostor pero sobre todo un agradecimiento tremendo, porque César ha sido muy generoso en sus palabras. Es un tremendo autor, es un gran amigo, y cuando me escribió me dejó sin palabras.
También sigue al pie del cañón con Pamplona Negra, un evento cada vez más completo.
Es un problema, porque yo todos los años creo que hemos llegado al tope, pero nunca es porque al año siguiente llega más gente, y al año siguiente podemos poner más mesas redondas, traer más autores, poner más actividades... Eso es un esfuerzo tremendo, pero no te imaginas la ilusión que tenemos, y somos un equipo de tres, aunque durante esa semana somos muchísimos. Pero es fascinante, y nuestra recompensa es llenar Baluarte todas las tardes, tener que habilitar una sala anexa porque no nos cabe la gente y no queremos que se vayan a casa. Les ponemos una pantalla para que lo vean en streaming. Eso es nuestro premio, y yo todos los años creo que hemos llegado al tope, pero de momento seguimos creciendo.
¿Entonces la gente que va repite?
Yo veo muchas caras reconocibles desde hace siete años. Gente muy fiel, y gente nueva que te viene de Donostia, de Gasteiz, de Bilbao... También de Barcelona, Albacete...
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Maestra del thriller, la autora navarra nos ha regalado en los últimos años multitud de novelas. Ahora, en ‘morir dos veces’, nos invita a conocer a soleil, una mujer que pronto pasará a convertirse en alguien diferente. Ha nacido, al fin y al cabo, moon [Texto: Sara Cabrera. foto: javier bergasa]