SI los resultados son lo único que cuenta, ninguna cadena puede darse por satisfecha. Para empezar, el canal líder no llega al 14%, según los datos del pasado septiembre. Menos lobos, Telecinco. Ademas, ¿vale ser la primera en audiencia y la última en calidad? Su producto es el entretenimiento más zafio, la telerrealidad y la charla maledicente, con el añadido de concursos memos y algunas series menores. Es la basura

italiana del siniestro Berlusconi. ¿A petición del público? ¡No! Solo es el gusto dominante de una minoría, para quienes la tele es una caja mágica para la distracción y la evasión de sus carencias vitales; pero hay muchas más personas que no comparten esas preferencias.

El dato impacta en Euskadi, donde Telecinco triunfa desde hace décadas y rebasa sobradamente a Euskal Telebista. A la televisión vasca le queda el consuelo de ser la opción informativa mayoritaria. Qué menos que valorar la cercanía. Hay razones lingüísticas y de potencial económico para comprender la derrota de ETB; pero de una plantilla de casi mil profesionales y con los ingentes recursos públicos que la financian esperábamos mejor balance. En Catalunya vence TV3 no solo en espectadores, sino también en prestigio social. Solo hay que ver el afán histérico con que PP y Ciudadanos reclaman -con propósito de censura- la intervención forzosa de la televisión autonómica para constatar su formidable labor de resistencia en medio de una endemoniada situación política. ¿Quién dijo que no hay motivaciones afectivas para elegir el medio de comunicación primordial?

Necesitamos una alta autoestima, ego mesurado y ningún complejo para competir. Este miércoles se estrena en ETB La víctima Número 8, serie coproducida junto a Telemadrid y K2000. Crear ficción, a lo Netflix, es buena respuesta. Sí, a petición del público.