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‘Dibus’ cabreados

‘Dibus’ cabreados

LA Catalunya que amanece teñida de lazos amarillos y que dura unas horas, desaparece para que luego, los mismos lazos vuelvan a aparecer. El asunto es tan esperpéntico que recuerda a algunos dibujos animados, muchos amarillos, pero hay un gag estupendo de La Pantera Rosa donde el cazador se dedica a plantar en su jardín las flores de un color para que, acto seguido, la pantera, infinitamente más eficiente, las sustituya por flores rosas. Y así se pasan todo el episodio: poniendo y quitando unas flores para desesperación del cazador y regocijo de la audiencia. Pero los lazos, que aparecen, desaparecen y vuelven a aparecer se cuentan por miles como los votos que consiguió Arrimadas y que la ungieron como emperatriz in pectore de aquellas tierras con su legitimación no oficial de salir a limpiar las calles. Fue el complemento de Rivera a quien los catalanes un día le pusieron un lacito para ir a gobernar España, arremangado y convertido en el Don Limpio del lazo y la democracia, en esta historia que ha dejado contusionados, agredidos y sus correspondientes denuncias. Falta un mes para el aniversario de aquel infame 1-O cuando estremecidos observamos cómo se empleaban las fuerzas de seguridad de Rajoy en el referéndum emprendiéndola a porrazos. Pero el tiempo pasa, los presidentes cambian y los políticos han decidido ceder el paso directamente al intervencionismo social y al que se peguen entre ellos. El asunto no tiene maldita gracia pero el escenario es como un gran decorado de los Looney Tunes de dibus cabreados y pacientes que se dedican a poner una ristra de lazos mientras otro, por detrás, se afana en recortarlos y a su espalda, otro a reponerlos. Están de atar.