A pesar de su gran parafernalia mediática, la elección del presidente del partido popular me la traía un poco al pairo. Hasta que escuché parte del discurso del nuevo sobradamente “masterizado” dirigente. Dios mío, pensé, si llega al poder con ese programa, la zanja social puede dejar la falla de san Andrés en mera cuneta. Porque más allá del concepto físico, también hablamos de abismo ante una realidad inmaterial inmensa, insondable y con frecuencia incomprensible.

A mitad de año suelo repasar (con benevolencia de buenismo humano) los deseos de año nuevo, porque la perspectiva permite echar la mirada atrás hacia el camino recorrido. Y la mirada produce el vértigo del abismo agrandándose. En gran medida por el incumplimiento sistemático de los retos personales, gimnasio, fumar, aprender inglés? Pero el cisma es aún mayor entre los buenos deseos para los público y la realidad. Lo de paz y felicidad ahora no toca, parece decir el calendario. Porque las grietas son cada vez mayores en lo político, económico y sobre todo social. Analizar el panorama internacional produce escalofríos siberianos al ver la buena entente entre Putin y Trump, porque viene acompañado de tantanes de guerra comercial, porque el calentamiento global sigue ascendiendo en buena medida por su culpa; como por su culpa continúa la guerra de Siria. O la duda sembrada por Trump de si defendería a los pequeños de la OTAN en caso de zarpazo ruso. Abismos que agranda Netanyahu al asimilar Israel con estado-nación del pueblo judío, dejando al 20% de la población en el apartheid de la indigencia legal. Ortega, el antiguo guerrillero libertador de Nicaragua ahora devenido en dictador liquidador de libertades, creando a punta de fusil un abismo insondable entre poder y pueblo. Sin olvidarnos de la sima oceánica que intentan agrandar dirigentes emergentes europeos, Italia, Hungría, Austria, Polonia? para evitar que lleguen a nosotros los que huyen de la guerra/hambre que nosotros les organizamos.

Pero nos amenazan otros abismos más cercanos. Decisiones judiciales tipo “manada”, favoritismo judicial hacia ciertos condenados, el ensañamiento contra los políticos presos políticos catalanes, el sainete jurídico europeo del doctísimo juez Llarena, no hacen sino ahondar entre la justicia que emana del pueblo y el poder judicial. Cisma entre un juancarlismo patriótico, sus braguetazos y comisiones, dineros negros y evasiones en reales paraísos fiscales bien silenciados. Y como ¡la justicia es igual para todos!, seguramente al emérito ni le puedan imputar. De colofón otro Pablo a escena, pero este prometiendo penalizar el aborto e impedir la eutanasia, olvidarse de la memoria histórica, ratificar la ley Wert, abogar por una ley electoral en la que malos españoles “separatistasvascoscatalanes” no tengan representación parlamentaria y asegurando por último ¿mano dura? con los presos de ETA, olvidándose de esa mano para los apologetas del terror franquista.

En fin, entre el abismo de indignidad que nos viene de fuera y el que generamos dentro podemos darnos por bien jo?..

No es mi deseo que estos abismos de indignación arrumben nuestro asueto vacacional, pero si pasamos de puntillas sobre estas incomprensibles realidades podría ocurrir que por omisión o por sonsonete nos la impongan por obligación. Ya ocurrió un verano de hace 82 años.

Podemos darnos vuelta en la hamaca y girar la sombrilla, pero el abismo no dejará por eso de agrandarse.