tras un año largo de pleito y cárcel, un tribunal francés ha absuelto a una ONG del “delito” de haber ayudado a unos refugiados. La solidaridad con el necesitado ya no es delito. Alivio.
Con mr. Trump de modelo, la dirección político-administrativa de la UE este semestre en manos de la ultraderecha austríaca apoyada, entre otras, por las fuerzas xenófobas italianas, húngaras y polacas, hace pensar en momentos convulsos y preocupantes para los derechos de ciudadanía. Control alambrado y expeditivo de fronteras, retención en campos de refugiados en Turquía, Marruecos y Libia, devoluciones en caliente, bloqueo de barcos de las ONGs criminalizadas por ayudar a quienes huyen de la guerra, de la sequía, del hambre, son los hitos que quieren fronterizar el territorio europeo, como si nosotros nunca hubiéramos sido inmigrantes.
El gobierno español ha restituido el derecho a la sanidad pública a todos los ciudadanos/as, con o sin papeles. Aparte de que se aliviarán las urgencias porque podrán acudir al médico normal con beneficio evidente para la salud pública, la decisión es de mínima justicia y solidaridad humanas. De hecho, esta barrera administrativa nunca funcionó del todo, porque muchos atendían a los “sin papeles” por solidaridad. Nunca entendí muy bien porque les quitaron este derecho de ciudadanía, puesto que siendo el ahorro económico tan mínimo la restricción del derecho en realidad enmascaraba su claro sesgo ideológico de rechazo. Aunque mi fervor por el gobierno español actual no sea para tirar cohetes me congratula que se tomen medidas como esta o recibir al Aquarius. Sin olvidar que la ley Mordaza sigue en vigor y que más allá de algunas conocidas durísimas condenas de cárcel tipo Valtonyc, se han recaudado más de tres millones de euros entre ciudadanos normales tan solo por criticar y/o reclamar derechos. Al poder le molesta la crítica, porque anhela la complacencia.
Nos quedamos sin población, no se arbitran medidas adecuadas de natalidad, la población envejece a pasos agigantados, hablar de la España vacía ya no es una metáfora sino realidad palpable. Y Euskadi encabeza el ranking mundial en baja natalidad, perdemos población, no retenemos a nuestros jóvenes? ¿por qué queremos que no vengan los de fuera? ¿por qué queremos expulsar a quienes llegan? ¿Por qué molesta que se plantee su acogida?
Quienes administran desde Gran Bretaña el Brexit han decidido negociar en su relación con Europa la libertad de movimiento de sus empresas, negocios y capitales, pero no la libertad de movimiento de los ciudadanos. No sé si en la UE les comprarán la moto de los derechos menguantes de la ciudadanía, pero este parece el camino elegido.
Mientras cargan armas y mercancías libremente, en el puerto de Zierbena los inmigrantes esperan arrinconados tras el muro portuario. Inglaterra los rechaza, nosotros los tapiamos. Si este año en el Mediterráneo ya se han ahogado 1500 personas y se ha rescatado “solo” a 45.000 personas frente al millón largo arribados en 2015, tiemblo al pensar en lo que puede haber detrás de este movimiento xenófobo de rechazo visceral al refugiado que ahora se recrudece. Se empieza por ellos y se termina por estrujar y jibarizar al máximo nuestros propios derechos. Al tiempo.