A veces el viento cambia de aires
ENTRE toda la literatura que recrea los viejos tiempos del Lejano Oeste aparece de vez en cuando una figura tétrica que siempre viste de negro: la del sepulturero que toma medidas para el ataúd. Es el pájaro de mal agüero de los sastres, si es que se le pueden conceder tal condición. Hoy hay que pedirles a los técnicos y gestores de una urbe que se precie que manejen las buenas mañas en el corte y la confección para que la ciudad nos quede a medida; que no tire la sisa, que no apriete la cintura, que no arrastre el bajo. ¿Acaso a los sastres no se les debe la mitad de la hermosura, como proclamó Lope de Vega? Bienvenidas sean entonces las tallas proporcionadas, el ajuste al corpachón de cada cual.
Entre las primeras decisiones emprendidas para aplacar los malos humos que nos rodean debemos hacer justo eso: tomar medidas. Es lo previsto en el taller de sastre donde van a meterse Medio Ambiente del Gobierno vasco y Movilidad del Ayuntamiento de Bilbao. Como quiera que hace tiempo que las fábricas dejaron de humear a nuestro alrededor y no es posible culpar a las vacas, como en la India, de sus contaminantes emanaciones gástricas, todo apunta a que el tráfico es el principal culpable. No hace falta ser un Sherlock para la deduccion.
Para que todo encaje se harán cálculos sobre la anchura de calles y la altura de edificios (el largo y ancho de toda la vida vamos...), se sacaran las medias de los días de lluvia y de sol con el arte de la meteorología, habrá un recuento del tránsito de vehículos y su intensidad; cuándo, a qué velocipasan, y cuántos, incluso cómo están regulados los semáforos y el parque circulante de vehículos. Se trata de dibujar un patrón que convierta a Bilbao en todo un dandy medioambiental. Suena bien.
Pero habrá que estar vigilantes y al acecho, por mucho que se consiga limpiar bien ahí arriba con las medidas y protocolos que van a estudiarse. Incluso después de su implantación. Porque a veces el viento cambia de aires y cuando uno cree tenerlo todo controlado sale torcido, como un hijo díscolo o un plan de sábado noche. Como en aquel relato de Galeano, el primer pato que levanta vuelo abre paso al segundo, que despeja el camino al tercero; la energía del tercero alza al cuarto, que ayuda al quinto, y el impulso del quinto empuja al sexto, que presta viento al séptimo? Así para toda la vida.