JUSTO dos semanas después de que ETA oficializara su disolución definitiva, la Guardia Civil y la Audiencia Nacional han llevado a cabo el operativo mediante el que se ha procedido a intervenir o embargar bienes de expresos de la organización que tendrían deudas con el Estado, en concepto de responsabilidad civil e indemnizaciones a las víctimas. El nombre del operativo, Zerga (en euskera impuesto, tributo) es tan pueril como impropio e inadecuado e indica a las claras el carácter meramente propagandístico y obstaculizador de la ocurrencia. Zerga es impuesto, no es deuda (zorra), y ese término, aplicado a ETA, es de muy dudoso gusto.

Pero, además, es sumamente significativo que se trate de la primera vez en la historia que se lleva a cabo una actuación de estas características. Casualmente, cuando ETA ya no existe. Casualmente, cuando según una información filtrada probablemente con objetivo de boicotear y entorpecer cualquier movimiento, el Gobierno español está recabando datos sobre la situación penitenciaria de los reclusos de ETA. Casualmente, cuando los presos están ya, tras un excesivamente largo debate, en la fase -histórica- de dar el paso de asumir la legalidad penitenciaria y acogerse a beneficios penitenciarios hacia al reinserción. Casualmente, cuando Francia, contrariamente a España, sigue llevando a cabo su nueva política de acercamientos de presos. Demasiadas casualidades. Todo ello pa-ra demostrar que, tal y como han advertido centenares de veces, no va a haber “contrapartida” alguna a la disolución de ETA. El resultado es que se ponen zancadillas a cualquier avance en la reinserción.

No es estrictamente cierto que los bienes incautados ayer a ese medio centenar de exreclusos vaya a ir destinado a las víctimas de los atentados terroristas. Esas indemnizaciones las suele asumir el Estado, aunque es cierto que los victimarios están obligados a resarcir a los damnificados. Y deben hacerlo en función de sus responsabilidades y sus posibilidades.

Pero Zerga es otra cosa. Es un intento de cortocircuitar cualquier cambio de actitud en los presos y en la política penitenciaria. Lo repitió ayer el ministro Zoido, mientras la Guardia Civil se llevaba los coches de algunos expresos.

Todo esto demuestra que el fin de ETA no ha servido para aquello que se decía que serviría y que por eso se exigía con tanto énfasis.

Estoy deseando ver al ministro de Interior o de Justicia -tanto monta...- compareciendo para informar con datos contantes y sonantes del operativo Zerga, del valor de esos coches, esos sueldos que sobrepasan el Salario Mínimo y esos bienes. Alucinaremos.