COMPRUEBO que somos multitud quienes hemos recurrido a la misma palabra para definir el asunto: fue un espejismo. Los más, casi todos diría yo, coincidimos: en Villarreal se detectó una imagen desajustada a la realidad que nos dejó estupefactos, hasta el punto de reactivar el corazoncito del hincha, tan cándido y condescendiente con los muchachos, que se reenganchó otra vez al tren europeo. Ziganda también utilizó esa palabra, espejismo, pero invocando el efecto contrario. O sea, que está “convencidísimo de que lo del Villarreal no va a ser un espejismo y se puede repetir”, afirmó tras el partido, con lo cual, si por un casual ocurre, dejaría de ser espejismo. En realidad, Ziganda probablemente quiso razonar lo irrazonable cuando se trata de explorar las esencias del fútbol: “este equipo tiene mucho más de lo que está haciendo”, aseveró. Virtuosismo que él, por lo que sea, no ha sabido desarrollar.

Todo eso se pudo comprobar frente al Deportivo, un rival que se jugaba la vida y por eso salió a San Mamés concienciado y con enormes ganas. En contraste, el Athletic compareció ante los suyos, que les recibió con alegría renovada y expectación, sin la tensión necesaria. Se puede especular con que los elogios fruto de un hecho insólito (el espejismo de Villarreal) resultaron incluso contraproducentes. Para cuando se dieron cuenta de la enorme decepción y entonces tiraron de arrojo, que es lo mínimo exigible, no alcanzó.

Pero, ¿y lo de Villarreal? ¿Hicieron allá el mejor partido de la temporada porque al fin pudieron jugar sin presiones, ya que el objetivo europeo estaba prácticamente descartado? ¿Volvieron a las andadas ante los gallegos porque notaron de nuevo el peso de la responsabilidad?

Dan para mucho ritual los espejismos, pero tienen un lado cruel: si el Athletic hubiera perdido en Villarreal, lo cual entraba dentro de las previsiones, ¿habríamos encajado con resignación la derrota?

Todavía más: estirando el cuento de la lechera, resulta que en esta jornada todos los equipos que como el Athletic aspiran a los puestos europeas pincharon, de tal modo que con la hipotética victoria rojiblanca (joder, que era el Depor, antepenúltimo y con avaricia) la séptima plaza estaría ahora a solo cinco puntos.

Ha sido una semana realmente extraña. Cayó contra todo pronóstico el Barça en Roma y Ernesto Valverde recibió feroces críticas por su incapacidad para gestionar un partido que les deja sin el gran objetivo, la Champions, cuando todo estaba a su favor: Messi y el 4-1 de la ida. De repente, el título liguero, por largamente anunciado, carece de magia y la final de Copa del próximo sábado, otra más, sabe a pura rutina. Reconforta sin embargo que estos megaclubes acostumbrados a machacar a sus rivales también muerdan la hiel. Otro espejismo comenzó a tomar forma en el Santiago Bernabéu, hasta que el árbitro decretó penalti en el minuto 93 contra la Juve. Resulta que el Manchester United pierde en Old Trafford contra el colista y ya descendido West Brom y de rebote el City se proclama campeón de la Premier gracias a su entrañable enemigo. Y la ilusión óptica nos muestra además a Jose Mourinho entregando en bandeja el título a Guardiola, su gran antagonista. Pero Pep está alicaído, pues el Procés le lleva angustia y el ingente dinero de los Emiratos no le alcanza para conquistar Europa. Y en las mismas anda Unai Emery y su riquísimo PSG de Catar, a quienes otro título liguero no les dice nada.

Así que con tanto espejismo debemos estar en el epicentro de una conjunción astral. San José, De Marcos, Susaeta, sobre todo Williams..., tan espléndidos en Villarreal, caminaron como alma en pena ante el Deportivo. Ahora bien. Hubo un elemento que desbarata cualquier divagación. Se llama Iker Muniain, imperial en su regreso el pasado lunes y fascinante cuando el sábado tomó las riendas del equipo sustituyendo al desesperante Beñat. ¿Por qué Muniain sí y los demás no, o muy poco y en todo caso demasiado tarde? ¿Es la fuerza que da la ilusión? Pero volvamos a Ziganda y su no espejismo. El próximo miércoles, en el Bernabéu, ante un Madrid ¿distraído? con la Champions, pueden demostrar que aún les quedan ganas. Y una deuda pendiente.