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El Triángulo de las Bermudas o la Santísima Trinidad

TRES partidos se recortan en el horizonte más cercano del Athletic como si fuesen los afilados riscos de un peligroso acantilado, al que mira con recelo y prevención -y si no lo hace, bien haría haciéndolo...- el capitán del navío, Kuko Ziganda. Los riesgos son algunos y variados: quedarse varado en los arenales del Zorya, un equipo de son menor que visita San Mamés casi con asombro; la irrupción de un nuevo fondo marino con un Valencia volcánico y las afiladas agujas del Sevilla, difíciles de sortear según rezan las cartas de navegación.

¿Cómo vivirá Ziganda esta travesía...? Hasta la fecha el técnico navarro sobrevive al oleaje y sacó ventaja en la mar calma de los primeros embates. Supo esquivar el iceberg de las dos rondas clasificatorias de la Europa League y ganó millas náuticas en la clasificación con la navegación dura de los primeros partidos; ni una distracción en popa (cero goles en contra, ¿se acuerdan..?) y un par de maniobras hábiles de la tripulación. Sin brillo pero sin mácula; sin brújula pero con norte.

Ni siquiera en los días soleados se le oyó a Ziganda palabras serenas. En Europa desempolvó el primer desencanto tras el partido frente al Panathinaikos. “Ha sido horroroso”, dijo. O algo similar, pese a que habían ganado 2-3. Ha repetido más de una vez que aún no ve el cosquilleo deseado del que habló en su presentación y tras la zozobra de Málaga volvió a sacar el látigo. En San Mamés comienza a instalarse el desencanto con un Athletic de fútbol tartamudo: unos minutos buenos y otros más, muchos más, destartalados. Técnico y jugadores tienen que amoldarse, predican los optimistas. Todo es un horror, braman los pájaros de mal agüero.

Lo pasado, no obstante, no tiene corrección. Al Athletic de hoy le espera enfrente un partido trampa, de esos que no sacas más ventaja que la exigida y que te pueden hundir en un zarandeo imprevisto. Pero al Athletic de mañana le aguardan otros peligros más rotundos. La Liga se encrespa y las olas crecen. Tres partidos, digo. O el triángulo de las Bermudas o la Santísima Trinidad.