No es difícil aventurar lo que van a decir desde EH Bildu y Podemos cuando se anuncie que existe un acuerdo para que el PNV apoye los Presupuestos del Gobierno español. Más o menos, lo que ha dicho el sindicato ELA en variaciones sobre el mismo tema: que el PNV apoya al partido más corrupto de Europa y, de paso, las cuentas neoliberales para España. Y claro está, la foto, la presunta dificultad que va a tener el PNV para explicar ese acuerdo y, si es el caso, sacarse una foto con la rúbrica de turno.
No dudo de que los votantes de ambas formaciones discrepan del acuerdo, aunque no tanto del contenido del mismo, sino de quiénes son los protagonistas del pacto que se avecina. Es decir, firmaran lo que firmaran la actitud opositora se daba por supuesta. Aunque a veces me pregunto qué hubiera pasado si, es un suponer, en el acuerdo presupuestario entraran otras cuestiones de esas que la izquierda abertzale llama “de país”, desde presos a independencia. Una de las preguntas que aún flotan en el aire es dónde está el límite para pactar con un adversario político. Por sacar la cuestión de Euskadi y llevarla a otro terreno: ¿le parece bien a EH Bildu el apoyo que la CUP da a un Gobierno encabezado por un partido bajo la sombra de las comisiones ilegales?
El primer argumento que van a esgrimir los que firmen el acuerdo será exactamente el contrario al que vienen manifestando sus opositores: su contenido es bueno para Euskadi. Y ahí, resulta difícil oponerse a una liquidación del Cupo acumulada durante diez años con diferentes gobiernos en España y Euskadi, o a una ley quinquenal que renueve el cálculo para el siguiente lustro, o a la retirada de recursos competenciales, a nuevas transferencias pendientes, a inversiones, etc. Es objetivamente difícil decir que eso no es bueno para el conjunto de la ciudadanía porque en ella revierte esa nueva inyección económica que supone el acuerdo.
Pero hay otra razón: no pactar supondría una prórroga automática de los presupuestos, de aquellos que aprobó con mayoría absoluta el PP. Es decir, perder la oportunidad de lograr beneficios no solo no reportaría ninguna contrapartida, porque no supondría la caída de ese Gobierno español tan marcado por la corrupción.
La foto, es verdad, llega en un momento inoportuno. Pero echando la vista atrás, desde los mensajes de Rajoy a Bárcenas no ha habido ningún buen momento para esa foto. Y por medio, en dos elecciones, el PP ha cosechado suficientes apoyos como para gobernar porque quienes ahora recelan de este acuerdo no fueron capaces ni de alcanzar los cielos, ni de articular una alternativa. Me pregunto si la ciudadanía vasca va a tener que esperar a que los españoles cambien su sentido del voto para conseguir un buen acuerdo para Euskadi. Salvo que algunos deseen que Euskadi se quede enredada en esa política española que tan mal ejemplo ofrece.