Entramos en mayo y salvo el partido del domingo, aún en abril, los tres siguientes fines de semana de mayo darán por concluido el campeonato de liga. Esta temporada los equipos que bajen no podrán decir que ha sido por mala suerte. Han hecho méritos suficientes para descender, ya que los puntos con los que lo van a hacer son muy pocos. Probablemente estemos ante la liga más barata de los últimos años. Pensar en librar la categoría con algo más de treinta puntos era algo que nadie podía imaginar a principio de curso.

El bajo nivel de los equipos de cola ha propiciado que Europa esté más cara. Hay que sumar más puntos para lograr el puesto que la campaña pasada. De nada valen las cuentas previas, toca sumar y sumar y esperar que los otros dejen pluma por el camino. Doce puntos en juego y un solo objetivo, sumar todos. No importa el rival ni su momento o motivación. Como alguno se despiste se queda sin premio o el que tenga será menor y supondrá mayor desgaste. A nadie le gusta jugar eliminatorias previas con todo lo que lleva eso consigo.

El Athletic está en ese momento en el que ni siquiera el fútbol debe ser analizable. Solo vale el resultado, muy por encima de todo lo demás. Pasó ya el tiempo de exigir brillantez y llega el de la efectividad. Jugadores hay y cambios tiene el míster para hacer en función del día, la hora y los contrincantes. Tres partidos en seis días desgastan las piernas de unos jugadores que ven el final muy cerca. La temporada se hace muy larga y el acumulado de partidos hace que cada partido sea una batalla física contra uno mismo.

Vigo y Balaídos esperan a unos leones que pueden redondear una semana fantástica. Lograr nueve puntos de nueve es una posibilidad real. El equipo de Berizzo está a muy poco de acceder a una final de Europa League. Algo histórico para los gallegos y es previsible que la formación que presente el domingo poco o nada que ver tenga con los que se jueguen pasar a la final continental. No digo que sea fácil, digo que es factible.