DE vísperas confesaba Ernesto Valverde sus temores hacia la UD Las Palmas y después del partido se fue por peteneras, como es habitual cada vez que le preguntan por el asunto. Y el asunto, como saben, es lo de siempre: ¿Renueva? ¿Se va? ¿Al Barça quizá?

Pero estaba contento el hombre, y hasta las evasivas sobre el asunto le salen con gracia de tanto repetirlas. Entre medias había sucedido una goleada mayúscula e inesperada, y todo el mundo estaba encantado de la vida. Los rojiblancos, por tanto derroche; y los canariones porque, como el desastre se venía venir al poco de iniciarse el partido, hicieron comba, y hasta la ola, al compás de la felicidad ajena. Es lo que tiene carecer de objetivos a estas alturas de la temporada. Los jugadores se amodorran y la hinchada aprovecha la coyuntura del santoral para hacer turismo, y como tampoco es cuestión de hacerse mala sangre en Viernes Santo, pues que viva el buen rollo.

El Athletic también aprovechó el encuentro para homenajear durante el descanso al legendario portero alemán Sepp Maier, que recibió el tercer trofeo One Club Man Award (así, en inglés, que queda más fashion) de manos del cachorro Nico Meissner y del gran José Ángel Iribar. Es curioso el montaje. En vez de publicitarlo como se merece, visualizando una iniciativa propia y de carácter internacional, el ceremonial en cambio transcurrió como de tapadillo. Ni una rueda de prensa con el agasajado, y no te cuento nada si en la misma hubieran estado Maier e Iribar juntos rememorando esos retazos de la historia futbolística mundial que han protagonizado. Ese periódico, por ejemplo, intentó pedirle a Iribar una opinión, o una sugerencia o aquel recuerdo íntimo sobre tan ilustre colega para darle énfasis al acontecimiento. La respuesta fue de la que dejan a uno consternado. Resulta que el Community Manager (así, en inglés, que queda más fashion) se lo había prohibido, a él, un mito del club, dejándole sin palabra, supongo que con la connivencia del presidente Josu Urrutia, pues no se puede imaginar otra forma. Como las razones se me escapan, lo dejo ahí, más que nada para no divagar sobre las oscuras razones que pudieron impedir algo que parece razonable y oportuno, por la circunstancia inhabitual de la coincidencia bajo el manto del Athletic de dos porteros que marcaron época y la repercusión que debería tener el One Club Man Award.

Así que un estruendo de goles y la impericia de la dirección rojiblanca dejaron en mera anécdota el homenaje a un personaje poderosamente ligado al Bayern de Múnich, el equipo con el que ganó todo lo que se puede ganar. El foco principal se lo llevó Iker Muniain, que festejó sus dos goles con una expresividad extraordinaria, y que cunda la racha, y si es posible el próximo lunes en Ipurua, donde espera el Eibar en circunstancia peculiar. Su derrota de ayer frente al Betis hizo tambalear el sueño europeo, según se deduce de las palabras que su técnico, José Luis Mendilibar, que dijo tras la derrota: “Europa tan solo es una ilusión, porque el objetivo (la permanencia) ya está cumplido”.

En consecuencia, el Eibar se ha quedado clavado en esa octava posición, justo por detrás de la Real Sociedad, que no pudo rascar ni tan siquiera un empate, que lo mereció, en el Camp Nou y frente al impredecible Barça. Si para el Eibar Europa es una ilusión, para el Athletic es el objetivo marcado y el partido contra el club armero, el día clave para despejar el camino. Quizá entonces Valverde aborde el asunto sin necesidad de recurrir a maniobras orquestales en la oscuridad. Para entonces, además, se conocerá si el Barça está eliminado de la Champions y puede que de la lucha por el título liguero si el domingo pierde con el Real Madrid en el Santiago Bernabéu. Desatado el incendio en el universo culé, se exigirán de inmediato decisiones radicales y nombres y apellidos propios para recuperar el esplendor perdido. ¿Valverde?

El pasado lunes Mendilibar renovó con el Eibar y confesó: “Cuando estás a gusto y te tratan tan bien, ¿para qué vas a cambiar?”.

Y mira que te queremos aquí, admirado Ernesto...