NUEVE letras son la base de toda la estrategia de Mariano Rajoy para ser investido presidente. Nueve letras que ni siquiera ha pronunciado él sino Pedro Sánchez. Porque el firme rechazo del PSOE a la investidura del líder del PP es una decisión inamovible “a día de hoy”. Esas nueve letras alientan la expectativa de que esa voluntad no está asegurada para el día de mañana, lo que permite al PP concentrarse en vencer las dudas de Ciudadanos, cuyo propio rechazo tiene fecha de caducidad. No en primera votación, abstención en segunda... y ya se verá. Si a esto sumamos que en el propio partido socialista se oye por igual a los que abominan de permitir un Gobierno del PP y a los que se rinden a la evidencia de que no hay mimbres para crear una alternativa, Rajoy se encuentra en el escenario que mejor domina: esperar a que las cosas se decanten por sí mismas porque nadie quiere volver a las urnas en otoño.
Por el camino se está quedando, una vez más, la posibilidad de cambiarle el paso a la política española. El Partido Popular no está quieto, aunque espere. Está cavando una trinchera desde la que confrontar el debate territorial. Una vieja trinchera en la que sabe que entrará por gusto la nueva derecha y a la que el PSOE puede verse arrastrado si no amasa mejor sus propias convicciones en materia de reconocimiento de la plurinacionalidad del Estado.
De momento, Rajoy ha puesto sobre la mesa una propuesta de diálogo con la que quiere seducir a Rivera y apaciguar a Sánchez. En ella, se identifica explícitamente que en materia de identidad y debate territorial su prioridad es atraer a una postura común a las fuerzas constitucionalistas. Un frente amplio sobre el que construir la mayoría absoluta que no tiene frente a quienes reivindican su derecho a ser reconocidos como sujetos de derecho en Euskadi y Catalunya.
Llegado ese momento, habrá que ver dónde quedan las exigencias de Pedro Sánchez en el sentido de afrontar de una vez la cuestión catalana con prioridad hacia la negociación, voluntad de tender puentes y encarar un sistema de financiación autonómica sostenible. Los puentes, la negociación, solo tienen sentido si se tienden hacia quienes están distanciados. Pero, a día de hoy, el PP quiere negociar el modelo de Estado con quienes no tiene un problema en lugar de hacerlo con las mayorías sociales territoriales que sí se lo demandan. Es una hoja de ruta que anticipa la confrontación como único procedimiento.
Orillados en la estrategia de consolidación de su gobierno para la nueva legislatura, los nacionalistas vascos y catalanes siguen siendo, en el imaginario de la derecha española, una realidad a soslayar. Este Rajoy es el mismo de los últimos cuatro años y este PP pretende encadenar a su estrategia de tribunales y negación al PSOE. A día de hoy, los socialistas enarbolan el discurso federal aunque tampoco sirva para resolver las demandas de las nacionalidades históricas. Pero eso es hoy; Rajoy les espera mañana.