Uno de los efectos secundarios más llamativos del Brexit ha sido el retorno a la actualidad del independentismo escocés y, de refilón, de la actual jefa del Gobierno de ese país, Nicola Sturgeon.

La pirueta política que Sturgeon pretende llevar a cabo es tan fácil de formular cómo difícil de realizar: que Escocia siga en la Unión Europea pese al Brexit; y si -de refilón- de ello resulta la independencia plena de Escocia, mejor que mejor.

El que la jefa de una nación moderna se haya lanzado por una vía tan complicada (hay alternativas más sencillas y de similar eficiencia por la vía de los tratados directos como en el caso de Noruega, Suiza o Lichtenstein), se debe ante todo a la pasión que ha marcado toda la vida de la primera ministra escocesa.

Esta mujer de 45 años, hija de un ebanista de la Escocia sudoccidental, está obsesionada con el independentismo desde su adolescencia. Ingresó a los 16 años en el SNP (Partido Nacional Escocés) y dedicó toda su vida al ideario político del partido que acabó haciendo suyo con creces y hasta desbordándolo en más de un planteamiento.

Lo hizo con tal pasión que renunció a una carrera de abogada (se licenció en Derecho por la Universidad de Glasgow) con tal de poder volcarse en la vida política y dedicarse al SNP y sus dos metas personales: la independencia de la patria y el anticonservadurismo. Odiaba a Thatcher, el militarismo de Reagan (lideró campañas en Escocia contra el despliegue de los misiles estadounidenses durante la guerra fría) y a la ideología tory en todo el Reino Unido.

A pesar de la intensidad con que luchaba por estas metas, aún le quedaba un poco de tiempo para defender causas feministas, un socialismo bastante simplista y hacer carrera política. Entró en el Parlamento escocés a los 29 años y llegó a ser ministra de Sanidad, vicepresidenta del SNP durante diez años --los de la presidencia del partido por Alex Salmond- y sucesora de este, tras el fracasado plebiscito independentista de 2014.

Tanta pasión política no le impidió enamorarse, aunque de un miembro del partido: se casó con Peter Murrell, secretario general del SNP.

El patriotismo nacionalista y el radicalismo progresista han cimentado la carrera y la vida pública de Nicola Sturgeon. Pero, al mismo tiempo, la han abocado ahora a un desafío durísimo. Y es que ahora, que tiene las riendas del partido y del Gobierno, ha de mantener a Escocia en la UE, el presupuesto en cifras negras, pese a la caída del precio del petróleo (principal ingreso del país) y a los ciudadanos unidos, pese a los tiempos duros que se avecinan.