LOS socialistas tienen un serio problema histórico con la plurinacionalidad, el derecho a decidir, el derecho de autodeterminación y todo aquello que, según su criterio, ponga en cuestión la unidad de España. En este terreno han ido sufriendo una profunda involución, que es lo contrario a la evolución. De la clara defensa de la “autodeterminación de los pueblos” durante la transición han pasado a su demonización, rechazo y hasta criminalización. Una involución paralela a la de los socialistas vascos, que se han movido desde la altura intelectual y de miras de quien fuera presidente del Consejo General Vasco, Ramón Rubial -firme partidario del derecho de autodeterminación y de la inclusión de Nafarroa con el resto de territorios vascos-, al rechazo en las últimas décadas y la beligerancia radical de los últimos años.
Aunque el PSC en Catalunya ha tenido un proceso distinto, los intereses de Estado y de partido (del PSOE) han cortado de raíz los indudables apoyos que tiene el derecho de los ciudadanos a decidir su futuro dentro del socialismo catalán. El tema del referéndum ha generado problemas, debates y cismas en el seno del PSC -hay que recordar incluso a Pasqual Maragall...-, sin que hasta ahora la formación haya dado con una vía propia en forma de propuesta solvente, concreta, viable y sostenible para Catalunya y el Estado.
No es fácil, dadas las circunstancias, con las posiciones radicalmente polarizadas entre el soberanismo independentista que ya apuesta por la unilateralidad y la cerrazón centralista que trata de impedir a toda costa una consulta. El propio Pedro Sánchez -marcado de cerca por sus barones, sobre todo por la jacobina presidenta andaluza Susana Díaz- ha marcado como línea roja infranqueable el referéndum catalán, enfrentando por toda alternativa la reforma de la Constitución que culmine en un Estado federal en el que, en puridad, casi nadie cree.
Los resultados electorales han sido el último aviso para el PSC, que el 26-J volvió a perder apoyos y un escaño y se ve colocado como cuarta fuerza política mientras sus inmediatos rivales en la izquierda En Comú Podem (Podemos) y ERC, que plantean a las claras el referéndum, continúan su avance.
Pasados los comicios -¿será casualidad?-, toca reaccionar. Así que Miquel Iceta y los suyos han recuperado como novedad una idea viejísima aunque muy válida y que nunca debió haberse olvidado: un referéndum a la canadiense. Esto es, que si la reforma constitucional del PSOE fracasa -que fracasará-, plantean en su ponencia política una consulta negociada, legal, pactada y con una pregunta clara -¿de qué me suena todo esto?-, como el Supremo canadiense estableció para Quebec.
Salvando las evidentes distancias, podría ser una salida, incluso la salida, a una situación de bloqueo político e institucional. Un planteamiento que probablemente pille con el pie cambiado a los socialistas vascos y cuyo debate -el Congreso del PSC es en noviembre- estallará en plena campaña para las elecciones en Euskadi. ¿Se sumaría el PSE a llevar adelante la vía canadiense para los vascos?