Nadie va a morir
SIN previo aviso y seguramente con criterio de reversibilidad, el pasado lunes ETB-2 dejó de emitir westerns después de más de una década de colonización de las tardes de Euskadi. La decisión es histórica y deja la misma sensación de vacío que todo fin de época. En su lugar, ha programado una serie canadiense, Los Misterios de Murdoch, cuyo protagonista es un trasunto de Sherlock Holmes de finales del siglo XIX, intuitivo y seco. Por mucho que se empeñe con sus técnicas forenses y su meticulosidad, no hará olvidar las ingenuas y violentas crónicas del oeste americano a las que miles de vascos, de avanzada edad y sexo masculino, se habían habituado como nostalgia de los cines de barrio, de sesión doble y olor a sobaquillo. La nostalgia es la emoción de quienes no quieren morir, aferrados al recuerdo y al sufrimiento (algia) por no poder regresar al pasado. Las películas del salvaje oeste fueron obras menores de los años cuarenta y posteriores, hasta sus postreras subversiones italianas y españolas. Tal vez el último gran western sea Los odiosas ocho, del genial Quentin Tarantino, una orgía de sangre y brutalidad que mueve más a la risa que al desgarro. Tarantino es un loco bromista.
El género de indios y vaqueros es la deformación narrativa de un genocidio bajo la apariencia de epopeya americana, una formidable pantomima ética como simpleza de heroísmos y crueldades que solo podían tener cabida en una sociedad ignorante, tutelada por la tiranía. Con estos instrumentos de masas se educaron y distrajeron varias generaciones. Conocemos sus devastadores efectos de entonces. Ahora, además de merienda melancólica, son más una propuesta humorística por lo terriblemente burdas que son sus historias. ¿Cae para siempre el telón de las películas del oeste en ETB? No lo creo. Los westerns se cuentan por miles, son muy baratos y tienen sus fieles, al menos hasta que desaparezcan los niños de los setenta, aún sin jubilar. Nadie va a morir. Es solo un descanso para hacer pis. ¡Ah!, y no se olviden visitar nuestro ambigú.