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Cuarta revolución industrial: retos para el modelo educativo

Como con frecuencia afirma Pedro Miguel Etxenike, la característica esencial de una universidad de excelencia es cuidar a los jóvenes, cuidar y formar a las personas: deben ser “ciudadanos” de la universidad. La educación, en todos sus niveles, ha de ser el puente entre el hoy y el mañana, capaz de civilizar colectivamente el futuro por encima de aspiraciones individuales.

El tejido empresarial vasco necesita, más que nunca, una verdadera y mayor interacción entre empresa, sociedad y universidad. Empresa y universidad responden a culturas, valores y misiones diferentes, pero deben coordinarse más y mejor, deben ir de la mano, apostar por la superación de modelos de gestión que les convierten demasiadas veces en compartimentos casi estancos dentro de la sociedad.

Hay que poner en marcha estrategias globales y coherentes de formación y de desarrollo de la inversión en capital humano, hay que adaptar los sistemas de educación y la formación en respuesta a nuevos requisitos de competencia. Es un propósito, un reto fácil de expresar pero complejo de lograr: alcanzar la eficiencia y la equidad en los procesos de educación y formación.

¿Cómo llevar a cabo esta acción catártica en el nivel de formación? No tiene fácil respuesta esta cuestión, porque la revolución actual es diferente a cualquiera anterior y porque principios conocidos hasta la fecha como el consistente en entender que los avances en máquinas han traído consigo una mejora en el número de empleados y en la calidad de su trabajo, están puestos hoy en duda. El motivo de la incertidumbre es que las máquinas comienzan a emular al hombre no solo en aspectos físicos o en operaciones matemáticas más o menos complejas. Las máquinas se introducen ahora en una función reservada a los humanos hasta la fecha: el razonamiento.

Hace un mes, los medios de comunicación se hicieron eco de las conclusiones del informe del World Economic Forum titulado The future of jobs que, a partir de distintas encuestas, vaticina una pérdida de empleo neta de cinco millones de puestos de trabajo en los próximos cinco años en el conjunto de 35 economías, como consecuencia de lo que el informe denomina “Cuarta revolución industrial”.

Pero, ¿qué es lo que hay que hacer? Esta pregunta la respondió Obama en su mensaje a la nación del 30 de enero de 2016. Es conciso y corto, y se resume en una frase: “las ciencias de computación no son una capacidad opcional (optional skill), son una capacidad básica (basic skill) en la nueva economía. Todos deben educarse en esta ciencia”. Se debe a que estamos en un nuevo mundo. ¿Cómo gobernarlo, cómo hacer prospección sobre lo que nos espera?

El big data, o la gestión de cantidades ingentes de datos para, a través de algoritmos, deducir pautas de conducta o realizar previsiones es una de las catárticas transformaciones a las que asistimos. En este momento ya hay una gran cantidad de datos gestionables. Pero su crecimiento será exponencial.

Las decisiones basadas en datos se tomarán por humanos, o por software que puedan ejecutarlas según las premisas que se programen. En instituciones financieras, software inteligentes están ya tomando decisiones de inversión: hay bancos que dejan las decisiones de cartera al software de forma que el cliente puede elegir quién gestiona la cartera, si un programa informático o un equipo de brokers.

Los mayores expertos en inteligencia artificial coinciden en señalar que en 2040 habrá un 50% de posibilidades de tener un sistema tan inteligente como un humano. De ahí el nacimiento del Future of Humanity Institute de Oxford. La sustitución del hombre por la máquina está sobre la mesa desde la primera revolución industrial. Sin embargo, hasta el momento, este miedo no ha sido justificado pues se ha cumplido el principio de “it is not about jobs, it is about work” para defender que la automatización y sustitución del hombre por las máquinas en algunas tareas no han eliminado trabajo sino puestos, dado que el trabajo ha adquirido otro contenido y se han generado puestos que antes no existían. Nos llega así un nuevo reto, y solo con una revisión del sistema educativo podremos hacer frente al mismo.