Síguenos en redes sociales:

A vueltas con el referéndum

El veto general del matrimonio PSOE-Ciudadanos a la consulta impide de facto una solución legítima al nuevo estatus, pero lo cierto es que ya es papel mojado

EL matrimonio de conveniencia que mantienen el PSOE y Ciudadanos -una pareja como esas “de toda la vida”, en la que la fidelidad solo existe en público- únicamente necesita seguir manteniendo las apariencias mientras a sus lados se van derrumbando las murallas de sus adversarios.

Cada vez crecen más y hablan más alto las voces en el Partido Popular pidiendo a Mariano Rajoy que dé un paso atrás, o al lado, o hacia arriba, pero que deje de molestar para promover la gran coalición. Pero el presidente en funciones, que tiene a gala ser gallego, sigue donde estaba, impertérrito, de manera que hasta que no decida de una vez no sabremos si estaba subiendo o bajando la escalera de La Moncloa.

Por el otro lado, también en Podemos aumentan los problemas y las divisiones sobre la opción a tomar. Dicen que hay lucha entre iglesistas y errejonistas. Puede ser, pero a poco que se conozca esta organización habrá que concluir que, en efecto, la división -pluralidad, le llaman- es una de sus señas de identidad. Nada que unas asambleas circulares no puedan arreglar... hasta la siguiente.

Entre tanto, el PNV sigue esperando. El mérito está en esperar sin desesperar. Demandó desde el inicio una agenda vasca para poder sentarse a negociar un posible acuerdo pero la mano tendida no obtuvo respuesta concreta, únicamente vaguedades, y la retirada del acuerdo PSOE-Ciudadanos de algunos aspectos inasumibles como la eliminación del Concierto y la desaparición de las Diputaciones forales. Pero la vocación jacobina y centralista del matrimonio político de Sánchez y Rivera quiso atar en corto al nacionalismo. Uno, el socialista, porque un cuestionamiento siquiera mínimo de la sacrosanta unidad indivisible de la patria española sería mentar la bicha y posible origen de un grave problema interno. No en vano el propio Comité Federal del PSOE lo dejó bien clarito. El otro, Ciudadanos, porque está en su ADN y ha sido su origen, motivo de su éxito y su hoja de ruta incuestionable.

“Oponerse a todo intento de convocar un referéndum con el objetivo de impulsar la autodeterminación de cualquier territorio de España”. Así reza el catecismo PSOE-C’s, que es como pedir a los socialistas que renuncien a intentar evitar los desahucios o a los naranjas que abjuren de la lucha contra la corrupción.

La ciudadanía vasca quiere ser consultada. Eso es objetivo: ahí están, invariablemente, las consultas (con perdón) estadísticas para corroborarlo. Es, además, la mejor herramienta, porque daría plena legitimidad democrática al impulso del nuevo estatus. Aceptarlo y asumirlo también es bilateralidad. El veto que se pretende imponer impediría, de facto, una solución satisfactoria para Euskadi. Por suerte, el matrimonio de conveniencia hace aguas y su unión civil es papel mojado. Hay que empezar los ritos de apareamiento de cero.