EN situaciones como esta siempre me viene a la memoria Joaquín Caparrós (mis disculpas por ser reiterativo) y su folletín de filosofía parda, verdades como puños y la vía más pedagógica para explicar muchas de las situaciones que recrea este deporte de nuestros amores y desvelos. «Déjate de imagen, amigo... La clasificación, tres puntos y a seguir”, dijo aquel día (18-04-2011), cuando el Athletic ganó en El Sadar a Osasuna de aquella manera: dos tiros a puerta, dos goles, mal juego, pero eficacia total, y a sufrir como bellacos para sacar adelante el partido y además recuperar la plaza europea, como ahora. Porque, pasado el tiempo, ¿qué queda? El resultado. O sea, que si te he visto, no me acuerdo, y adiós Getafe, que ya llegarán tiempos más proclives para la lírica.
Cuanta razón tenía también el entrañable técnico sevillano, a quien le gusta alardear de su condición de socio rojiblanco, aquel otro día (18-08-2013) en el que el Levante, equipo que entonces dirigía, inauguró la temporada en el Camp Nou: 7-0. “Hemos salido del dentista y ahora que pase el siguiente...”, advirtió, y el siguiente en semifinales de la Copa será el Valencia, que con lo mal que le van las cosas a los chicos de Phil Neville el asunto me parece que terminará en mascletà.
Así que entonemos un enfático ¡aleluya! porque el Athletic no se volverá a encontrar con Messi, Neymar, Luis Suárez, Iniesta y compañía hasta finales de agosto, como muy pronto.
Factor arbitral al margen (Hernández Hernández cayó en situación de pánico atroz y súbita gastroenteritis ante la eventualidad de expulsar a Luis Suárez por aquella mano intencionada), el Athletic quedó eliminado por un claro 5-2: resultado, amigo. ¿O no es cierto?, admitámoslo.
Pero también es cierto que el dentista, para su sorpresa, tuvo que aplicar tratamiento paliativo, de tal forma que el Barça, como saben, llegó al descanso agobiado ante la determinación, arrojo y buen fútbol desplegado por el Athletic, y más de un culé seguro que se acordó de la Supercopa, pero como saben sobradamente se trata del mejor equipo del mundo y tampoco hay que obviar lo obvio, que los partidos no se acaban en el intermedio. Porque en la segunda parte, ¡cataplof!
Y al intermedio llegó el Athletic en Getafe hecho un titán, que si no fuera por la nefasta tarde que tuvo Sabin Merino, desperdiciando goles como soles (tampoco conviene agobiar al chaval, que viene bueno), aquello acaba en paliza. Y sin embargo hubo que pedir la hora tras otro ¡cataplaf! o desfondamiento físico y metafísico, y con la necesidad de entonar el deo gracias por el mal tino del adversario, quien a su vez pudo presumir de lo bien que lo hizo tras el descanso a modo de fatuo consuelo. Puestos en perspectiva, admitamos por lo bajines: clasificación, tres puntos, y si te he visto no me acuerdo, pues además ya estamos otra vez en zona europea.
Hemos tenido ración doble de filosofía parda caparrosiana, y el Athletic no es el único. La sobredosis de partidos, pese a las rotaciones, disputados además a todo tren, pasan factura. El Barça lo notó frente al Atlético de Madrid, a quien liquidó en un partido que tiene toda la pinta de ser trascendental para el devenir de la liga al amparo de la magia de Neymar, Messi y Suárez, y el exceso de testosterona de Luis Filipe y Godín, que fueron expulsados. También le salió caro al Celta en Las Palmas su gesta de eliminar al equipo colchonero, lo mismo que al Valencia, otro semifinalista copero, que perdió en casa frente al Sporting.
Sin el Barça en perspectiva, el Athletic se podrá concentrar en la liga y dispondrá de una quincena sin partidos entre semana para reponer fuerzas y preparar con tiento la eliminatoria ante el Olympique de Marsella. Porque la Europa League llena ahora de luz el horizonte, y ya se atisba el santuario de Saint Jakob Park, en Basilea, adonde las tribus rojiblancas se preparan para peregrinar el 18 de mayo en gozosa comandita. Y a vivir la aventura del camino, sabiendo que en la meta no aguardará el ogro azulgrana.