LAS elecciones siguen produciéndome cierto nerviosismo y alegría (ser nacida en el franquismo me hace valorar más el derecho a votar). Creo que no soy la única: conozco una cuadrilla en un pueblo de la costa de Bizkaia que para celebrar que podemos hacerlo se toman una botella de champagne, incluso al margen de los resultados. Yo, aunque sin champagne, también pienso participar dando mi confianza al trabajo serio, continuado y eficaz; exigiendo, eso sí, que administren bien mi voto pues tiene un gran valor.
Madrid es una plaza difícil para las mujeres y los hombres que van en nuestro nombre desde la tan despreciada periferia de las naciones sin Estado. Y no parece que vaya a cambiar en la siguiente legislatura en la que es de temer una recentralización y derechización aún mayores que las de la recién finalizada.
La campaña desarrollada hasta ayer ha estado totalmente condicionada por los medios de comunicación españoles que, al servicio de las fuerzas políticas de obediencia nacional española, han dejado fuera del debate a los partidos vascos. Las pugnas entre ellas han respondido a su necesidad de sacar la cabeza con su “y tú más” de acusaciones de corrupción etcétera y ante las consecuencias del hecho nada casual de que al PP y PSOE les hayan salido dos competidores que ponen en peligro su bipartidismo.
Aun así, ha quedado en evidencias su intención para los próximos cuatro años: la Disposición Transitoria IV que permite la unión de Navarra y los otros tres Territorios de Hegoalde o el Convenio y Concierto económico pueden convertirse en su objetivo prioritario con funestas consecuencias para nuestro pueblo. Trabajo tendrán, pues, quienes nos representen en Senado y Congreso, puesto que es larga la lista de asuntos a exigir por dignidad y derechos: Cupo, Seguridad Social, nuevo status jurídico? Esos objetivos, muy importantes sin duda, no deben quedar aislados de ese otro, estratégico, de reconocimiento de la soberanía vasca y el ejercicio de nuestro derecho a decidir.
Recuerdo un cómic en el que Mafalda, ácida como siempre, reniega de la pasividad y dejadez para con la sociedad de parte de la gente, mientras grita “Vota”. Nos la jugamos en ésta también. Por eso nos toca votar con responsabilidad de país, para construir y avanzar, sin perder el tiempo ni los papeles.