afrontamos la semana de Halloween tras conocer en la anterior datos y estadísticas para todos los gustos e interpretaciones, como si los responsables políticos, embozados por la capa electoralistas, estuvieran preparando, mediante declaraciones o valoraciones que cobran aires de verosimilitud, su particular noche de disfraces en la que carece de importancia que, horas más tarde, la claridad del nuevo amanecer nos devuelva a la realidad. Me refiero, por ejemplo, a los datos trimestrales sobre empleo; a la ambigüedad que rodea a Sidenor o a la batalla política que tiene lugar en Bruselas, tras el escándalo Volkswagen. Muchos temas para tan poco espacio.
Así que no alarguemos los prolegómenos. El Gobierno de Rajoy pretende sacar pecho con los resultados de la Encuesta de Población Activa (EPA), poniendo en valor el descenso en el número de parados en el ámbito estatal, cifrado en un descenso de 298.200 personas para quedar en 4.850.800. Sin embargo, procuran obviar que la creación de empleo ha sido inferior (182.200 personas han encontrado trabajo) y que la calidad de esos nuevos contratos sigue deteriorándose porque los indefinidos han caído en 18.900 este último trimestre, al igual que también desciende el número de activos (personas que tienen trabajo o lo buscan) en 116.000.
Esta distorsión informativa viene marcada por un error conceptual que no interesa solventar, porque, si bien es cierto que la destrucción de empleo es uno de los parámetros que mide la gravedad de una crisis, cuando se invierte la tendencia, el mejor dato que la avala es la creación de trabajo y los números antes expuestos señalan que la recuperación laboral está siendo mucho más lenta y precaria que las cifras macroeconómicas o las declaraciones gubernamentales.
En el País Vasco más de lo mismo con el agravante de disponer de dos estadísticas, ambas trimestrales, y disparidad de resultados. Son las ofrecidas por el Eustat y la EPA. Para la primera hay 885.000 empleos, para la segunda 875.700, casi 10.000 menos. Estamos hablando de un desfase superior al 1,1%. Se me antoja excesivo para fijar el número de funcionarios, trabajadores por cuenta ajena y autónomos que trabajan en el País Vasco. ¿Tan difícil es la coordinación y colaboración entre ambos organismo?
SIDENOR. El grupo brasileño Gerdau sigue inmerso en su oscurantismo. Ahora dice que no se ha tomado decisión alguna sobre la posible venta de Sidenor, pero tampoco desmiente semejante posibilidad. La declaración no se ha hecho por voluntad propia sino a instancias de la Comisión de Valores Mobiliarios de Brasil, lo cual deja mucho que desear respecto a la transparencia del holding brasileño que, como otras empresas de ese país, se ve afectado por la caída en la demanda de acero.
No cabe duda que la estrategia brasileña pasa por buscar los factores que le benefician. Pero la incertidumbre rodeada de medias verdades sólo genera nerviosismo y preocupación. Los responsables de Gerdau también se están disfrazando.
UNA EUROPA ALEMANA. Cada día es más evidente que estamos en una ‘Europa alemana’, sometida a los intereses de Merkel y la gran industria de ese país. Resulta que el pasado viernes la Comisión Europea presentó en Bruselas su propuesta para medir la emisiones contaminantes de los vehículos. Era, según dice, una propuesta ambiciosa en origen, que ha quedado minimizada primero por las contrapropuestas Francia, Italia, España y países del Este, que pedían mayor tolerancia y un periodo de transición más largo. Pero lo alemanes han puesto la guinda argumentando que “el motor diésel debería ser protegido”, para pedir que “los plazos y niveles de emisiones contaminantes deben fijarse de forma inteligente”.
Es decir, hacen valer el poder de su economía. Piden a los demás austeridad y cuentas claras. Fomentan los golpes de estado de guante blanco (Grecia e Italia). Marginan a los gobiernos que no les obedecen. Para terminar aplicando con cinismo un criterio que disfraza el escandaloso fraude de Volkswagen con la túnica de la supuesta inteligencia.
Estamos en Halloween...