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Órdago político de Erdogan

a Recep Tayyip Erdogan, actual jefe del Gobierno turco y del partido AKP, se le puede discutir casi todo, menos una ambición ilimitada. Y esta se evidenció una vez más a finales del pasado mes de junio en Ankara, al proclamarle el AKP su candidato a la presidencia en los comicios del próximo 10 de agosto.

La presidencia es la última parcela de poder que aún no ha conquistado Erdogan y se da a buen seguro que, en sus manos, este cargo dejará de ser representativo y rondará el poder absoluto. El partido es desde hace tiempo una marioneta en manos del primer ministro y este se encargará antes de tomar la presidencia de nombrar al frente del partido y del Gobierno a gente que le sea devota y ejecute fielmente sus órdenes.

Ya ahora ha comenzado por manipular a la oposición comunista kurda -el PKK- y al Parlamento turco para asegurarse la victoria electoral del 10 de agosto. Así, ha retrasado la pausa estival del Parlamento para que este pueda aprobar el proyecto de ley que legalice las negociaciones de paz con el PKK.

Y es que el voto de la minoría kurda es lo único que le falta a Erdogan para estar seguro de ganar la batalla electoral en la primera vuelta. La mayoría de la población cree todavía que el auge económico turco es mérito de Erdogan y la mayoría de los creyentes musulmanes está convencida de que la reislamización que se está registrando en el país es obra del AKP. Si a esa mayoría suficiente lograse sumar el voto kurdo, posiblemente conseguiría una mayoría absoluta en la primera vuelta. Para conseguirlo, el actual jefe de Gobierno ha ofrecido negociaciones “definitivas” al PKK, reconocimiento de derechos autonómicos a los kurdos (ya lo hizo en otras ocasiones sin cumplir su palabra) y la reinserción social de los guerrilleros del PKK que depongan voluntariamente las armas.

De todas formas, en el Kurdistán turco no se han olvidado de las promesas incumplidas de Erdogan y los partidos BDP y HDP que cuentan con muchos seguidores kurdos han presentado candidatos propios. Por otro lado, los kemalistas y otros laicistas siguen votando a los partidos clásicos, CHP y MHP. Entre todos difícilmente le pueden arrebatar la duodécima presidencia turca a Erdogan, pero le podrían obligar a pasar a una segunda vuelta el 24 de agosto, lo que zaheriría profundamente el orgullo del prepotente jefe de Gobierno actual.

Y este les ha respondido por adelantado y con altanería al elegir como eslogan de su campaña electoral la frase : “Nosotros somos el pueblo? Y vosotros, ¿quiénes sois?”.