Cinco parámetros
Primer parámetro: la participación. Pese al forzado discurso optimista oficial desde Bruselas, gana la desafección sobre la participación. La altísima abstención ha de ser subrayada, no como factor de deslegitimación de estas elecciones pero sí como dato clave para relativizar estos resultados europeos en futura proyección a las respectivas dimensiones estatales de cara a próximos comicios internos. Los peores pronósticos de participación se han cumplido: un 43,11% a nivel europeo, y en Euskadi un 44,50%.
La normativa deja libertad a cada Estado para aplicar su propio sistema electoral y el Estado español ha optado desde su incorporación a la Unión Europea por el sistema más rígido y que menos incita a la participación, en beneficio además de los grandes partidos estatales frente a las fuerzas políticas que centran su actividad en ámbitos territoriales específicos: la circunscripción estatal y única.
Segundo parámetro: Distribución de grupos en el nuevo Parlamento europeo. La distribución de los 751 escaños del parlamento europeo se fragmenta aun más, queda más atomizada de forma más pronunciada que en la legislatura anterior y el escaso margen de escaños que da la victoria del Partido Popular Europeo sobre los Socialistas Europeos no garantiza una mayoría suficiente para gobernar la compleja distribución de fuerzas en la sede parlamentaria europea, más abierta que nunca.
Los dos partidos tradicionales a nivel europeo han acusado el impacto de la doble crisis (la económica y la política). Su especie de "despotismo ilustrado" (todo para Europa pero sin contar con el pueblo europeo) les ha alejado de sus votantes tradicionales. Se ha reivindicado una nueva manera de participación política, para acercar Europa a sus ciudadanos. La desafección, la lejanía, la frustración, la indignación hacia la política europea ha castigado claramente a las formaciones políticas que representan el sistema, lo establecido, lo preexistente.
Tercer parámetro. Auge de los euroescépticos y no adscritos. Los extremos, los radicalismos ganan terreno en el hemiciclo europeo, una suma heterogénea de fuerzas nacionales cuya integración en un grupo parlamentario (se requiere para ello un mínimo de 25 escaños obtenidos en al menos siete Estados de la UE) les otorgaría una visibilidad y un protagonismo que alimentaría la voz de los euroescépticos. Hay casi cien europarlamentarios que quedan como No inscritos (diputados que no pertenecen a ningún grupo político) o que como nuevos europarlamentarios electos no pertenecen a un grupo político del Parlamento saliente.
El terremoto catártico francés, con el Frente Nacional francés, ha tenido réplicas significativas con la presencia de similares orientaciones populistas políticas provenientes de europarlamentarios elegidos en Dinamarca, Finlandia, Grecia, Italia, Hungría, Alemania y Reino Unido. Es otro factor que complicará la gobernabilidad del proyecto europeo. La pregunta que ahora cabe hacerse es: ¿Es posible construir una Europa sin europeísmo?, ¿es posible avanzar hacia el federalismo europeo sin federalistas?
Cuarto parámetro: la incógnita del nuevo Gobierno o Comisión Europea. La sesión constituyente del nuevo Parlamento tendrá lugar del 1 al 3 de julio. Hay tiempo para negociar, pero la baza de una gran coalición se desvanece. Para ser designado presidente de la Comisión Europea es necesario el voto de 376 eurodiputados. Compleja situación, que amplía sin duda la discrecionalidad del Consejo europeo a la hora de decidir quién será el sustituto de Durao Barroso.
Quinto parámetro: La lectura interna de los resultados. A nivel estatal, los dos partidos respiran, pese a la tremenda derrota, porque el desastre electoral es recíproco y mantienen entre sí la distancia de dos europarlamentarios: en las elecciones europeas de 2009, el PP obtuvo 25 escaños y el PSOE 23; en 2014, el PP 16 y el PSOE 14. ¿Es el principio del fin del bipartidismo en el marco de una circunscripción única?
En Euskadi la visión de una Europa menos intergubernamental, menos estatalista se impone electoralmente: la exigencia de una Europa que reconozca la existencia de naciones en su seno ha permitido consolidar el triunfo del PNV, junto a la irrupción de EH Bildu en el Parlamento Europeo.