Azkuna: Eficiencia ejemplar
sean mis primeras palabras para recordar a Iñaki Azkuna. Lo hago no sólo desde el deseo personal de unirme al pésame generalizado y merecido escuchado estos días, sino motivado por el ejemplo de eficiencia irreprochable que tanto el desaparecido alcalde como por su equipo municipal han dado en la gestión de las arcas públicas (nuestro dinero) que es la esencia de la responsabilidad política de los gobernantes. Decía Aristóteles que "la dignidad no consiste en poseer honores, sino en merecerlos". Pues bien, el mérito y, con él, los honores corresponden a los hombres y mujeres del Ayuntamiento de Bilbao que, liderados por Azkuna, han hecho posible una extraordinaria transformación de la ciudad al tiempo que se reducía la deuda pública a su mínima expresión.
Los hechos están ahí. Se han hecho grandes inversiones que han mejorado sustancialmente la calidad de vida de quienes vivimos o visitan Bilbao, pero no se ha hipotecado el futuro de los bilbaínos. Es decir, se ha actuado con honradez al combinar eficazmente el gasto público con la austeridad que requiere la crisis que padecemos, lo que parece una entelequia en otras administraciones públicas. Viendo su trayectoria en los últimos quince años, resulta evidente que estamos ante un ejemplo, lamentablemente excepcional en un escenario dominado por las peores artes del capitalismo financiero, neoliberal y especulativo cuyas peores consecuencias las sufren millones de personas.
Desde las esferas gubernamentales intentan transmitir optimismo, pero es difícil que este sentimiento se asiente entre la ciudadanía. Alardean de una incipiente recuperación que, en el mejor de los casos se traducirá en un crecimiento económico del 1% en una sociedad deprimida por los casi seis millones de personas sin trabajo, por el 55% de paro juvenil o por la falta de créditos para financiar proyectos empresariales como, por citar dos ejemplos, Cegasa, sumida en un concurso de acreedores que oscurece su futuro porque no encuentra financiación para llevar adelante su plan de viabilidad, mientras que La Naval de Sestao ha entregado el último buque que tenía contratado, pero la cartera de nuevos pedidos está en blanco.
Las únicas respuestas que encontramos a día de hoy confirman que el neoliberalismo financiero incrementa su poder en detrimento del sector industrial que sólo será objeto de las inversiones de los primeros en tanto garanticen una estimable rentabilidad. La realidad es esa por mucho que la consideremos injusta e inmoral. El negocio predominante ya no es un sector industrial fuerte y competitivo, sino la búsqueda de capital privado que engrosan los activos de fondos de inversión o de pensiones para reinvertirlo en cualquier sector (industria, comercio, sanidad, educación, inmuebles, etc...) que garantice el beneficio.
Una muestra de ello es BlackRock, la mayor empresa de gestión de activos del mundo y una de la más influyente en Wall Street. Administra casi 3,5 billones de dólares en estrategias de renta variable, renta fija, gestión de efectivo, inversiones alternativas y activos inmobiliarios, como por ejemplo: Telefónica (3,88%), Repsol (3,07%), Gamesa (9%) o Técnicas Reunidas (3,06%). Y lo más destacado es que tiene accionariado en algunas de las principales agencias de rating como Moody's (3,28%) y McGraw Hill (3,84%).
Sin embargo, es posible ensamblar honradez, austeridad y eficacia en el gasto público. Azkuna lo ha demostrado en Bilbao. La cuestión es ¿por qué no se hace lo mismo en otros escenarios?
Les propongo una solución: Dejemos a un lado obituarios laudatorios. La mejor forma de recordar y honrar la memoria de los buenos gestores es seguir su ejemplo.
Goian bego alkate jaunak.