NO hay parados en España. No se trata de un rumor infundado ni de una inocentada. No. Está certificado en las palabras que Rajoy ha dejado escritas en Twitter, con su habitual credibilidad y resplandor, para valorar las cifras del paro registradas en diciembre: Así, nos dice que la bajada en las listas oficiales de quienes buscan trabajo son "107.570 sueños que suponen el mayor descenso en las cifras de paro registrado en un mes de diciembre de la serie histórica" y añade, por si hubiera alguna duda, que el resto de parados son "4.727.814 sueños por los que vamos a seguir trabajando con ilusión y con perseverancia".

Por tanto, se ha hecho realidad el milagro marianista. Claro que, bien mirado, me invade una duda. La red social twitter impone un máximo de 140 caracteres y, por ello, quizás Rajoy optara por ahorrar letras, utilizando sueños en lugar de sinónimos como alucinaciones, espejismos o irrealidades. Incluso, me permito apuntar la posibilidad de que se refiera a insensibilidades, que es otro sinónimo de sueños, aunque referido al acto de dormir, ya que en castellano se utiliza el mismo término para ambas funciones: el sueño de un objetivo, que en euskera se dice ametsa y el sueño adormecedor que se dice logura.

Resumiendo, ignoro si el inquilino de La Moncloa vive en un espejismo o permanece las 24 horas del día en brazos de Morfeo, plácido e insensible al drama de la sociedad. Sean alucinaciones o bostezos, lo cierto es que Rajoy y sus ministros, tan diligentes en otros temas (aborto, seguridad ciudadana, recortes o privatizaciones) siguen alejados de la realidad social y se conforman con mandar mensajes triunfalistas, como si la crisis y la recesión fueran un mal recuerdo. Dicho lo cual, conviene reconocer que la creación de empleo registrada en diciembre es un síntoma esperanzador y una buena noticia para los afortunados que han tenido un empleo aunque sea precario y mal pagado.

Ahora bien, por mucho que se empeñen los voceros de turno, esos datos son solo síntomas que abren la posibilidad de que la economía española haya tocado fondo, al igual que una persona anoréxica deja de perder peso. Después llega la fase de recuperación donde no es suficiente con ganar peso o crear empleo precario. También está el factor psicológico que debe reestructurar las ideas racionales (realidad social y proyectos viables de futuro), mejorar la autoestima (confianza en el mercado crediticio) y desarrollar la capacidad productiva (conocimiento, tecnología y valor añadido). Sin estas últimas medidas, la sociedad no podrá interiorizar la recuperación económica.

Los últimos datos pueden decir que se ha frenado la destrucción de empleo, pero no aseguran la rehabilitación de una economía anoréxica y exhausta tras perder tres millones de cotizantes. Tampoco garantizan el recorte en el déficit y el endeudamiento públicos. En términos macroeconómicos y financieros, la reducción de la prima de riesgo (generalizada en toda Europa) puede ser un buen síntoma para los bancos, pero si éstos no abren el grifo crediticio no habrá inversión ni creación de empleo que aporte valor añadido. Podrá haber más trabajo, pero será cubierto con autónomos y empleo precario, parcial y mal pagado. Nada más.

El futuro tranquilo y positivo está en un tejido industrial moderno y tecnológico, cuyas estructuras productivas generen valor añadido y soporten mejor las sacudidas de una crisis. En este ámbito, la economía vasca tiene una posición sensiblemente menos mala que la española. No es una afirmación de gobernantes o políticos vascos, sino la conclusión a la que llega un artículo publicado el pasado 19 de diciembre en The Economist titulado: "What We Can Learn From the Basque Country" (Lo qué podemos aprender del País Vasco).

Entre otras cosas, en el citado artículo se dice que "el País Vasco tiene el mejor mercado laboral y el sistema educativo con mejor comportamiento en España en los niveles primario y secundario", para añadir: "Al contrario de la mayoría de las Comunidades Autónomas en España, el País Vasco cuenta con una estructura densa y profunda de las pequeñas y medianas empresas industriales que trabajan en los sectores de tecnología avanzada, como la automoción, la biotecnología y la energía. Estas pequeñas y medianas empresas son capaces de generar empleo, que es muy resistente a la competencia internacional".

Y cuando deja la pregunta: "¿Por qué los vascos obtienen sistemáticamente los mejores resultados en Iberia?". Habrá que recordar la inmensa labor de industrialización y modernización liderada desde Ajuria Enea desde los años 80. Un sueño (ametsa) que hay que continuar y aumentar ahora para no perder el tren del futuro, sin caer en el sueño adormecedor (logura).