Habemus Paloma
Cuando el Espíritu Santo culminó su trabajo el miércoles en el cónclave, la tele se aburría entre las tertulias frívolas y la nostalgia de los western. A la tele la noticia siempre le pilla desprevenida, es su maldición. Tras dos fumatas negras la expectación se había relajado; pero la Iglesia, creadora de la paciencia, lo tenía todo pensado para conseguir la máxima concentración humana. La secuencia comunicativa fue perfecta: poco después de las 7 de la tarde, el humo blanco surgió de la chimenea vaticana y otorgó a los medios de todo el mundo el margen de una hora para que interrumpieran su programación y conectasen al unísono con el mismo punto de interés, un balcón y una esperanza. Prime time en Europa y mediodía en América. La audiencia en directo, unos mil millones de personas, entre creyentes jubilosos, cristianos apáticos, agnósticos irredentos y ateos hostiles. Ante esta lección magistral, ¿quién puede negar a la Iglesia su inmensa capacidad de comunicación?
El resto de la jornada fue un delirio de emociones urgentes y búsqueda de signos reveladores de la figura de Jorge Mario Bergoglio (pronúnciese Bergollo), argentino, jesuita, el Papa Francisco. Tras la sorpresa y la mofa despiadada por el fiasco de los pronósticos, los comentaristas se lanzaron a la semiótica de los gestos del nuevo vicario de Cristo, a magnificar lo insignificante y otorgar sentido mágico a sus primeras palabras como atisbo de una profética transmutación universal. ¡Hay que ver las ganas de creer que tienen quienes no creen! Frente a esta ansiedad superficial, se alzó la sabiduría y el temple de Paloma Gómez Borrero, una gran periodista en una cadena equivocada. Solo ella supo explicar con criterio y sin beatería ni petulancia en 13 TV el valor de lo que estaba aconteciendo el 13 del 3 del 2013. Por encima de sacerdotes retóricos y fachas locuaces que el domingo no irán a misa, Paloma estuvo a la altura de la inmensa sencillez del suceso, probablemente porque nadie como ella ha conocido más de cerca la verdad. Bendita veteranía.